Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Conexión jota-flamenco

Se puede ser devoto del flamenco o no, como se puede ser de la mazurca o el pasodoble, estilos estos no precisamente muy florecientes en tiempos modernos, pero cuando un trabajo destila al mismo tiempo sabiduría y un profundo trabajo de investigación además de música, sea la que sea, hay que rendirse obligatoriamente ante lo que se nos pone delante de los ojos y los oídos, ante el intelecto.




Es lo que ocurre con el cedé que, bajo el título de 'Flamenco diásporo', ha editado la Orquesta Popular de la Magdalena de Zaragoza, un espectacular trabajo de investigación histórica y de muestra práctica de la diáspora del flamenco y su cruce con otros cantos regionales, especialmente con la jota, que aunque parezcan dos mundos tan distantes tuvieron un gran acercamiento. Desde el siglo XIX ambos géneros, según constatan tres expertos como Javier Barreiro, Javier Losilla y José Luís Cortés, conectaron entre sí, hasta el punto de producir sorpresas monumentales como que las alegrías gaditanas, por ejemplo, no son sino una derivación de la jota aragonesa.


En el jugoso libreto, ilustrado con límpidas fotografías del barrio zaragozano, Javier Barreiro, todo un mayúsculo experto en músicas pasadas, especialmente cuplé, tango y jota, expone con sucinta brevedad el trayecto que llevó al encuentro entre la jota y el flamenco debido al viaje que muchos andaluces hicieron a Aragón durante los siglos XIX y XX para hacer el obligatorio servicio militar, lo que generó cruces musicales y culturales notables y de los que hay abundantes testimonios. El camino inverso se produjo durante la guerra de la Independencia, al viajar la jota al sur y poco a poco permeabilizarse de flamenco, lo que con el tiempo, a mediados del XIX dio lugar a las alegrías, con sus variaciones o juguetillos, como escribe Barreiro, señalando a Juanito Pardo y Cecilio Navarro como dos nombres clave en esa 'flamenquización' de la jota. Javier Losilla remacha el asunto, trazando un mapa mínimo (por la cuestión del espacio) de las idas y venidas de las bulerías, los jaleos o los tangos por media España, influyendo en las músicas nativas y dejándose influenciar.




De ello da cuenta este disco que no solo ha sido guiado en su invención y confección como productor ejecutivo por un gran amante y conocedor del género como José Luis Cortés sino que además aporta jugosos textos introductorios a muchas de las interpretaciones del disco, protagonizadas, en realidad, no por una orquesta como sugiere el nombre sino por diversos músicos y voces aragonesas, eso sí, muchos de ellos con raíces o afines al barrio de la Magdalena: David Tejedor, Arturo Giménez, Laura de San Pío, Juan de Palma, Beatriz Bernad, Jesús Gareta, Nacho Estévez, Rafa Domínguez… y así hasta más de una treintena de nombres, raperos incluidos, lo que en absoluto puede dar pie a pensar en un disco de fusión o mestizaje al estilo Ojos de Brujo y compañía. Con sus desvíos y actualizaciones electrónicas, es un disco puro en el que hay nanas, fandangos, jotalegrías, rumbas, asturianadas, fandangos, saetas… y hasta una pieza popular de Labordeta, 'Cantes de la tierra adentro', embutida en flamenco.


Una obra notabilísima y curiosa, con mucha sabiduría en el libreto y mucha música insólita en la galleta, interpretada con brillo y carácter. Ya digo, guste o no el flamenco (yo lo consumo lo más puro posible), un trabajo ante el que no se deben cerrar los oídos. Y de camino un chispazo de la gran tesis doctoral que hay tras este sorprendente y elaborado disco, que, por cierto, se presenta en vivo el próximo día 27 en el Centro Cultural Las Armas.


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