Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Ty Segall, adicto al trabajo

Toda una fiera de los discos, no solo escuchándolos sino también fabricándolos. Dicen que el californiano Ty Segall está con el depósito casi repleto de todo lo que ha oído, especialmente de los sesenta y setenta, y él mismo ya cuenta con once álbumes desde que empezó a editar en 2008 (a veces, a dos por año), aunque la cifra es muy variable, especialmente si se cuentan los discos compartidos, con otras bandas o la suya propia, Ty Segall Band. Y solo tiene 27 años. El mundo sajón utiliza para esta clase de adictos al trabajo el término workalcoholic. También vale en términos soviéticos el de estajanovista. Que es lo que es.


La culpa de toda esta desbordante producción es el propio estudio que Ty Segall tiene montado en el garaje de su casa en Laguna Beach. Allí pasa horas y horas dando forma a sus discos a cual más rebuscado y diferente, de manera que lo mismo se decanta por la electricidad brutal como llena otro con solo baladas acústicas, caso de 'Sleeper' (2013) o se decanta por las resonancias puramente beatlenianas fundidas con Syd Barrett, como hizo en 'Hair' (2012), junto a White Fence.


Se le relaciona con un buen puñado de grupos actuales, desde sus amigos White Fence a Black Lips, y señalan a The Stooges y grupos garajeros como The Standells, Sonics o The Kingsmen como sus mayores influencias. Me temo que la cosa no se queda ahí solo, o cuando menos no se centra al completo. Porque este prolífico californiano, incluso con su melena rubia y su cara aniñada, parece primo mayor de Beck, por su espíritu rompedor o al menos por sus intenciones de exprimir el pop y el rock para sacarlo de sus casillas más convencionales, sin llegar, cierto, a los parajes de Swans o Flaming Lips, pero no mostrándose nunca complaciente.


Y es que Ty Segall, un loco de las guitarras, no experimenta, manipula, como dice el título de su undécimo álbum, 'Manipulator', maneja los instrumentos y el estudio de grabación a su antojo para producir los más dispares sonidos y las más dispares piezas, de manera que en este doble y reciente álbum lo mismo pueden escucharse rugientes guitarras y fuzz incendiarios que apuntes de blues, humos psicodélicos, sedosas cuerdas, trazos glam o verdores folkies. De los Beach Boys a Lennon, Black Sabbath, Kinks, Syd Barret, The Stooges, T. Rex, The Strokes... o Hawkins (su grupo favorito), un disco variadísimo y con la obligatoriedad por parte del oyente de darle muchas escuchas para sacarle miga. Vamos que, sin caer en la extravagancia, no es música para perezosos.


Recomiendo a quien quiera pasar un rato divertido interactuando con el vídeo y escuchando una buena canción, pseudo tributo a Beach Boys, y que da título al disco, que pinche aquí. Y si no, aquí una de las canciones señeras del disco y su versión en directo. Hendrix parece escapado de la jaula.


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