Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Lady Gaga, ¿pero es ella?

Estaría con la boca desencajada, completamente perplejo, si no fuera consciente de que tanto Lady Gaga como toda la tropa de colegas femeninas que militan en su misma división, desde la Spears a Rihanna, Aguilera, Beyoncé…, poseen unas magníficas voces. El asunto es que dilapidan ese caudal, derramándolo en el mar del pop comercial, en esas cancioncejas cuyo único objetivo es captar fácilmente al público adolescente y poco exigente, y de camino embolsarse unas cuantas toneladas de ego, luxe y, por supuesto, parné.


Pero aquí está la Gaga dejando de hacer gagadas y dedicando sus talentos vocales a dar salida a un puñado de piezas inolvidables del jazz de los años 40-50, 'estándars' le llaman. Lo hace en su último disco titulado 'Cheek To Cheek', como una de las más memorables del 'Great American Songbook', firmada por Irving Berlin, y junto a un colega que de esto sabe más que los ratones colorados, Tony Bennett.


El resultado, con ambos moviéndose como delfines en el agua por los repertorios de Cole Porter, el citado Irving Berlin, Billy Strayhorn o Duke Ellington, es espléndido, con la intérprete de 'Born This Way' exponiendo su voz a los más diversos peligros pero saliendo espectacularmente airosa, desde las tonalidades graves a los dulces trinos agudos de la sublime 'Nature Boy', a la complicidad para duetear (qué divertido 'Googy Goody'), a la sofisticada balada o al scat, como si una Fitzgerald se tratara. De no saber nada al respecto, nadie diría que es una cantante ajena al mundo del jazz (al menos hasta ahora). Sabiéndolo, ya digo, perplejidad total. ¿Pero realmente es ella?


Bien es verdad que en alguna ocasión le sale el pico de 'chica material' –ay esa versión extra de 'Bang Bang'- y entonces se piensa en la Gaga pop, pero son las menos o casi ninguna. Ha tenido que hacer un ejercicio de disciplina tremendo de adaptación vocal, pero algo todavía más importante: un ejercicio de amor al jazz, porque un género como este, aunque navegue en sus aguas más serenas, no es nada fácil y hay que conocerlo y quererlo para después hacer una grabación como esta. Se cuenta que ya en el instituto Lady Gaga cantó jazz y ella misma confiesa que lo hizo desde niña, aunque luego eligió otros derroteros ya conocidos para hacerse famosa, aunque también tenía una amplia experiencia en el teatro y el cabaré, que la ha ayudado mucho para meterse en una aventura como esta.


Bien es verdad también que no se ha buscado mal compañero. Bennett es todo un icono del jazz y la canción popular americana, un crooner de leyenda que cercano a los 90 años sigue en plena forma. Gaga fue invitada a participar en su segundo álbum de duetos y después fue ella misma la que le pidió a Bennett que hiciera un disco a su lado. Se quedó muy sorprendido, pero una vez metido en harina aún se sorprendió más ante la voz y la disposición de la cantante. “Lady Gaga sabe cantar jazz”, afirmó rotundamente.


Y es que hay que oírla lidiar, por ejemplo, en una balada tan bien entonada como 'Ev'ry Time We Say Goodbye' o en ese difícil clásico que es 'Lush Life', casi en plan club con acompañamiento de piano y suave apoyo orquestal donde una nota mal dada tira por tierra a cualquier intérprete. (Por cierto, en España, si la memoria no me traiciona, lo hizo muy bien Elia Fleta -en la única grabación que existe en voz femenina- cuando en el 67 grabó con Tete Montoliu para el sello Concentric).




Tras ambos hay varias orquestas y músicos de primera categoría –el mismo Joe Lovano- y más de un año de ensayos y grabación. Todo esto se nota en el resultado final del disco, cuya duración, once canciones más cinco extras en la edición deluxe, revela que ambos estaban disfrutando, que había deseo y química.


No se interpreten, sin embargo, estas líneas como una exaltación sacra de la cantante hasta el punto de que ya tenemos otra Ella Fitzgerald viva. Las cosas en su justo límite. Y el límite es que nadie en su sano juicio, y ni tan siquiera los más puristas y expertos, pueden quitarle el más mínimo gramo de mérito a este disco y a esta reunión, pese a los antecedentes conocidos de la estrambótica Gaga.


Lástima que el festival de Jazz de Zaragoza no le haya echado el guante. Menudo bombazo. Pero, como pórtico al festival, bienvenido este disco y esta sorpresa que nos ha dado la diva. Y a esperar en días próximos la campaña navideña que H&M ha preparado con Benett y Lady Jazz (empieza el 25 de noviembre). Confieso que esta Gaga me ha ganado y que desde ahora la tendré que mirar con otro color. Como espero que los más jóvenes empiecen a no mirar al jazz como un bicho raro.


Pues sí, es ella:


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