Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Los sudores de U2

Si desde que atravesaron el rubicón de la fama, vamos desde que con 'The Joshua Tree' pasaron de grupo de culto a grupo de estadio, cada disco de U2 ha sido motivo de polémica, a veces encarnizada, no lo va a ser, o está siendo ahora, su más reciente álbum, 'Songs Of Innocence'. Un disco escrutado por miles de oídos, que llegó como regalo imprevisto (y en muchos casos no deseado) a los clientes de iTunes en otra jugada maestra del más puro marketing tecnológico a expensas de Apple, que entregó al grupo la bonita cifra de 100 millones de dólares y encima le puso alfombra roja hasta las bibliotecas sonoras de unos 500 millones de personas.


No han sido pocos los que han criticado esta operación: unos por los cien kilos, que se dan de bofetadas con la mesiánica apostura de Bono y sus proclamas contra la pobreza en África, y otros por la 'imposición' del disco a los usuarios de iTunes. Bueno, todo en esta vida tiene su punto de relatividad. Bono es multimillonario, pero, que se sepa, no ha atracado bancos, no ha tenido tarjetas black ni ha recibido dinero público. Él y sus colegas, como todo artista que graba discos y se sube a un escenario, se lo han ganado con el sudor de su frente y el fervor de sus fans. No le inhabilita pues para que luche contra la pobreza y se codee con los capos políticos del planeta en defensa de esa y otras causas nobles. Lo del disco en el reproductor de iTunes, tampoco es tan ofensivo, molesto o insultante. Bastaba, cuando estaba disponible, con no escucharlo o tirarlo a la papelera de la misma manera que se tira la tonelada de publicidad que llega a los buzones de correo de todo el mundo. Tampoco es para condenar a nadie a la hoguera.


Otra cosa, la esencial, es su trabajo, sus nuevas canciones. No se sabe muy bien cómo se viviría desde dentro, pero desde fuera, con la retirada de su eterno manager y protector Paul McGuinness, los retrasos y el desfile de productores, el rechazo de su discográfica a la primera copia… da la sensación de que U2 ha vivido un tiempo de incertidumbre, si no de confusión total, hasta finalizar las once canciones de 'Songs Of Innocence'.


Y se entiende. Bono y compañía ya han demostrado en más de una ocasión su inquietud por reinventarse, desde los tiempos de 'Rattle & Hum' a 'Achtung Baby' o 'Pop'. Y llegados a un punto como el de 'No Line On The Horizont' (2009), un buen disco pese a los palos que le cayeron, pero quizá demasiado convencional, decidieron que había que sacar los afeites de nuevo y pintar otro rostro musical al cuarteto. Ha costado más de lo que se cree, según Bono, llegar al final del trayecto. “La sangre, el sudor y las lágrimas de unos tipos irlandeses están en su buzón”, escribió el cantante en la web del grupo el día que salió el disco en iTunes.


Y no extraña con tan solo tener en cuenta el puñado de productores que han puesto sus manos en el disco, primero Danger Mouse y después un quinteto más que incluye trabajos junto a estrellas millonarias y actuales como Adele, Beyoncé, Taylor Swift o Coldplay. O sea, darse la mano con los jóvenes triunfadores y no con el pasado. Más marketing seguramente, pero ¡que le den! Que hablen las canciones, que es lo que de verdad importa.


Naturalmente, habrá mucha división de opiniones, pero para mí, que los he seguido desde el primer instante que en el año 80 editaron su primer álbum (ventajas de la Base Americana), se trata de un excelente disco, con canciones, muy bien definidas en las melodías y con arreglos nuevos, tirando mucho de bajos, programaciones y guitarras endurecidas, algo que se ha llevado por delante casi al completo los característicos 'delays' de The Edge, esa 'guitarra infinita' tan propia de U2, que muchos echarán de menos. Decisión muy arriesgada, pues ha borrado una de las grandes marcas de fábrica del grupo, pero a cambio ha traído a otros U2 que no han hecho otra revolución al modo 'Achtung Baby', pero sí le han dado un meneo a su sonido tradicional y, cuando menos, ha obligado a los fans a reescuchar una y otra vez las canciones: descolocan a la primera, hay chicha después.


Confieso, no mi aversión pero sí mi desagrado, ante la primera del disco, 'Miracle', lanzada como single y bomba de impacto el día de la presentación 'manzánica'. Esa especie de patulea sioux que pregona a gritos como de guerra en el salvaje Oeste la entrada de la canción con carga de bombo para de inmediato diluirse en la estrofa que empieza a cantar Bono me parece un exceso de producción. La preciosa versión acústica, por así decir, incluida en las 'Acoustic Sessions' del disco extra, así me lo confirma. A partir de ahí, no hay una sola canción, cada una en su textura y estilo, que me disguste y hasta me emocione. Para no cansar, no voy a extenderme destripando una a una, pero insisto, todas tienen su jugo y su chicha especial.


En lo temático, no es un disco conceptual, pero sí lleno de recuerdos y situaciones tanto sentimentales como musicales o sexuales de la etapa adolescente del cuarteto en el Dublín de los 70. ¿Ataque nostálgico? Quizá: la edad madura agita los recuerdos. Lo que no significa que por recordar a la calle de su ciudad natal donde Bono creció suenen gaitas irlandesas y se pongan a entonar jigas y reels como posesos. Como tampoco que el hecho de que Bono afirme que gracias al concierto de Los Ramones que vieron cuando eran unos simples adolescentes se entreguen al rock'n'roll hierático de Joey y compañía. Como tampoco imitan ni de lejos a The Clash por el mero hecho de rendirles tributo. Son textos simplemente evocadores que miran a una etapa de sus vidas.


Es, por otra parte, muy recomendable hacerse con la edición 'deluxe', porque ahí, en los 22 minutos de las 'Acoustic Sessions', está escrito el argumentario de las dudas del grupo: siete canciones del disco sin identificar en los créditos, no precisamente acústicas, sino en versiones prácticamente acabadas en algunos casos, con cuerdas, piano, guitarras, batería y hasta trompetas que luego se han diluido. No me hubiera importado que incluso hubieran salido tal cual, sin los retoques de la tropa productora. Me encantan así, tal cual.


Además, hay otras dos tomas alternativas, dos descartes y hasta una oculta al final, quizá solo reconocible de inmediato por los muy adeptos (por si acaso, la desvelo: es una toma alternativa de 'Invisible', una de las dos únicas canciones públicas desde 'No Line', que el grupo estrenó en febrero pasado como soporte de un anuncio de la Superbowl y que se colgó durante solo 24 horas en iTunes para recaudar dinero –tres millones de dólares- para RED, la fundación de Bono contra el sida). Son solo en apariencia cinco canciones en este disco extra, pero en total hay 47 minutos de música que revelan algo muy simple: el sudor de un grupo en el estudio para no repetirse. Que cada cual saque sus conclusiones y disfrute u odie el disco. Yo, con perdón de la audiencia, seguiré rindiendo pleitesía a U2, aunque me falten los 'delays' de The Edge. Ah, tema también para la polémica: la portada. Ahí lo dejo.


Una de las más hermosas del álbum, en acústico y sorpresa final:


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