Blog - Los desastres de la guerra

por Gervasio Sánchez

El disparo que inició una guerra mundial

Bunker destruido por los alemanes. Fotografía de Gervasio Sánchez
Bunker destruido por los alemanes. Fotografía de Gervasio Sánchez

EUROPA EN GUERRAS


Gdansk (Polonia)


La Segunda Guerra Mundial empezó en Gdansk, la antigua Dánzig alemana, hoy una de las ciudades más dinámicas y bellas de Polonia, totalmente reconstruida al ser arrasada el 90% de su superficie. Los historiadores precisan que el primer disparo de una ametralladora alemana salió de una ventana del faro del Puerto Nuevo, construido en 1871 cuando la ciudad era alemana.


Dánzig-Gdansk era entonces una ciudad-estado autónoma desde junio de 1920 bajo la tutela de la Sociedad de Naciones y con su propia Constitución, aunque Polonia ejercía un protectorado sobre la ciudad tal como había quedado establecido en el Tratado de Versalles.


Pero la ciudad, situada en la desembocadura del río Vístula y sede de un importante puerto fluvial sobre el Báltico, había  pertenecido a Prusia desde 1772 y estaba habitada en 1939 por una población mayoritaria alemana.


Bunker destruido por los alemanes. Fotografía de Gervasio Sánchez


Adolf Hitler había reclamado la restitución de la ciudad a Alemania en un discurso en el parlamento alemán en abril de 1939. No es de extrañar, por el alto valor simbólico, que el jerarca nazi ordenase a su ejército que tomase la ciudad como primer acto de guerra. Los polacos sabían que eso podría ocurrir en cualquier momento desde el día que Alemania se anexionó Austria y Checoslovaquia, otros territorios históricamente reivindicados.


Los disparos alemanes desde el ventanal se produjeron el 1 de septiembre a las 4 de la madrugada, unos tres cuartos de hora antes de la hora prevista. Dos minutos después, el buque Schleswig-Holstein, veterano de la Primera Guerra Mundial, disparó ocho proyectiles de 280 milímetros desde unos escasos 200 metros contra posiciones de la guarnición polaca en Westerplatte, una larga península a la entrada del puerto, y provocó graves destrozos en sus fortificaciones. El comandante polaco Henryk Sucharski emitió un comunicado radiofónico: “SOS, estoy bajo fuego enemigo”. Empezaba oficial mente la guerra


La guarnición había ampliado su dotación hasta 210 soldados justo unos días antes, algunos de ellos reservistas. Pero estaban mal armados con apenas un cañón de 75 milímetros, dos piezas antitanques y varias ametralladoras y morteros.


Lo lógico hubiera sido que los polacos se hubieran rendido en los primero minutos. Pero el comandante Sucharski ordenó a sus hombres reforzar el perímetro con alambre de púas y mantenerse firmes en sus posiciones.


Soldados polacos de la guarnición se rinden a los alemanes en Westerplatte


Los alemanes habían desplegados una fuerza de 1.500 soldados de las SS y otras 300 unidades de infantería de marina y zapadores. El exceso de confianza y el desconocimiento de que la dotación polaca se había ampliado impidieron un lógico triunfo rápido.


El primer asalto de las fuerzas especiales alemanas fue detenido por fuego de mortero. El único cañón consiguió destruir un nido de ametralladoras. Dos horas después los alemanes se retiraban. Antes del segundo asalto, el Schleswig-Holstein disparó más de un millar de proyectiles de diferentes calibres, “uno de los ataques artilleros más intensos concentrados en un blanco de menor superficie de toda la guerra”.


El ataque terrestre fue nuevamente rechazado por la dotación que había reforzado sus posiciones con minas. El primer día de combates finalizó con 82 bajas alemanas.


Alemania avanzaba sin dificultades por territorio polaco y, en cambio, en Gdansk, una pequeña dotación polaca mal armada estaba poniendo a prueba la potencia del ejército más poderoso de Europa.


El mando alemán decidió el segundo día arrasar las fortificaciones polacas con bombardeos realizados con sesenta aviones y cañones de gran calibre. Las armas defensivas polacas quedaron fuera de combate y varios bunkers destruidos.


La guarnición polaca resistió heroicamente durante una semana a pesar de los continuos ataques aéreos y terrestres alemanes. A las 09:45  del 7 de septiembre se mostró la bandera blanca y a las 11:00 el comandante Sucharski rindió Westerplatte.


El mando alemán recibió a los soldados polacos con todos los honores militares. La ocupación de toda Polonia se había conseguido en la primera semana de la guerra, pero una pequeña guarnición había demostrado que los alemanes no eran invencibles.


Monumento en memoria de los defensores polacos. Fotografía de Gervasio Sánchez


Algunos historiadores creen que esta pequeña batalla tuvo más influencia de lo que se cree. El ejército alemán no aprendió algunas lecciones: que el uso abusivo de la artillería no era suficiente para conseguir un triunfo rápido, que la moral del enemigo y la capacidad de resistencia humana podían perjudicar la toma de una posición estratégica y que era necesario tener la mejor información del número de soldados defensores y de sus particularidades armamentísticas.


Pero Alemania se paseó por Europa a partir de septiembre de 1939 y, en dos años, ocupó Polonia, Dinamarca, Francia, Bélgica, Noruega, Holanda, Yugoslavia, Grecia y todo el centro del continente. El ensayo de la guerra relámpago había sido un éxito total.


Westerplatte es hoy un lugar conmemorativo muy importante para los polacos. Se puede llegar en barco o por carretera desde el centro de Gdansk, a siete kilómetros. Parte de sus bunkers e instalaciones se pueden recorrer tal como quedaron después de los bombardeos y se ha construido un gran monumento en memoria de los heroicos defensores.


Hitler visitando Westerplatte días después de la rendición


Los astilleros de Gdansk fueron utilizados por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial  para la construcción de buques de guerra y los polacos sirvieron como mano de obra esclava. En marzo de 1945, el ejército soviético ocupó Gdansk después de intensos combates que destruyeron completamente su casco antiguo. El 90% de la población había huido o muerto. Unos 10.000 polacos fueron asesinados durante la primera semana por los nuevos ocupantes.


La disputada plaza estratégica ocupada por los caballeros teutónicos en el siglo XIV o por Napoleón en el XIX se convirtió en parte de Polonia tras la conferencia de Postdam. La ciudad volvió a renacer de las ruinas  aunque se necesitó más de 20 años para ser reconstruida milimétricamente de la nada.


La brutal lógica de la guerra se cebó con la población alemana de Gdansk y del resto de Polonia tras la derrota del régimen nazi. Un millón trescientos mil alemanes fueron expulsados del país. En 1947, 126.472 alemanes habían abandonado Gdansk a la fuerza y sustituidos por 127.502 polacos obligados  por los soviéticos a trasladarse de zonas de Polonia central y oriental a la capital del Báltico.


Millones de alemanes tuvieron que abandonar sus países originales donde habían vivido durante siglos al finalizar la Segunda Guerra Mundial y vivir confinados en territorio alemán durante la dura posguerra.  La crueldad del régimen nazi provocó tanto odio que los pobladores autóctonos no tuvieron compasión.


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