Blog - Al Alba

por Mariano Gistaín

Guerra mundial automática

Dentro del buen rollo se puede montar una guerra mundial. El G-20 ha celebrado sus cenas de entretiempo en San Petesburgo entre amenazas cordiales. Hay una alianza mundial por la decadencia, un acuerdo de fondo por la inercia de un mundo que va solo y que no para de mejorar (si se mira a gran escala). El caos se autogestiona. La guerra es un juego de algoritmos programados y ya olvidados.


Como la economía no arranca (no enchega) el aburrimiento y el hambre se acentúan, según zonas y clases. Hay que reiniciar el sistema con un revulsivo, una gran innovación. Las primaveras se suceden pero nunca llega el verano. La industria del armamento, que se ocupa de todos los sectores y revoluciona la civilización a base de masacrarla, exige salir al mercado y hacer demos con sus novedades.


Obama, en teoría y según Snowden, dispone de toda la info. Sabe qué piensa usted y quién va a atacar. Según este esquema de espionaje global -a su vez un gran negocio ya de guerra, defensa o antiterrorismo-, Obama lo sabe todo, pero no puede desvelar sus fuentes. Hemos de creerle, precisamente porque sabemos que nos espía. Las reuniones son ficticias, un fingimiento de almuerzos y salones para intercambiar corteses amenazas y verificar lo ya sabido.


Si el sistema de espionaje falla (o va lento) y Obama no sabe nada, tampoco podría decirlo. La guerra va a ser, como siempre, una cuestión de fe.