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Invasivas  Algunas ornamentales se han convertido un problema para el medio natural aragonés, y su eliminación es clave para el futuro


Es una pena, la verdad. Precisamente las que mejor se adaptan, las que colonizan terrenos degradados donde a veces no crece ningún otro árbol... se han convertido en un problema medioambiental en Aragón. En los sotos del Ebro, entre Zaragoza y Osera, medran árboles como el arce negundo ('Acer negundo'), el ailanto (en la imagen) ('Ailanthus altissima') y la acacia de tres espinas ('Gleditsia triacanthos');en las cercanías de la Laguna de Sariñena y los ríos Cinca y Alcanadre se ha convertido en un problema la hierba de la Pampa ('Cortaderia selloana'), mientras que los acuíferos del Pirineo se ven invadidos por la budelia ('Buddleja davidii'). Y aún hay más: en Monzón y Zuera abunda en demasía la madreselva de Japón ('Lonicera japonica');en Sádaba, el árbol del paraíso ('Eleagnus angustifolia') y en puntos del Pirineo, la balsamina india ('Impatiens spp.').


Desde el año 2010, el Gobierno de Aragón, en colaboración con la empresa pública Sarga, ha realizado trabajos experimentales para crear un sistema de erradicación efectivo, que tiene en cuenta el nivel de invasión, el coste, el respeto al medio ambiente, el impacto y la efectividad. Por ejemplo, inmediatamente después de cortar el árbol se aplica un herbicida mediante una inyección;otras veces, se opta por la técnica del descortezado, para evitar que el ejemplar rebrote. Especies como el ailanto son muy capaces de volver a resurgir incluso cuando apenas queda el tocón a ras de suelo:una sierpe servirá para convertirse en el nuevo tronco.


Los experimentos del Gobierno de Aragón, que incluyen en ocasiones varios tratamientos en el tiempo, han conseguido que la efectividad en la erradicación supere el 90%. Pero es la prevención y la atención temprana la que conseguirá mejores resultados, el objetivo es evitar por un lado que las invasivas empiecen a colonizar el terreno; por otro, la erradicación es más fácil si el área es pequeña o los ejemplares no han tenido tiempo de diseminar sus semillas.


Del jardín, al campo


El ser humano es el único responsable de la presencia de estas especies en Aragón, ya sea porque los particulares las siembran en sus terrenos o porque los ayuntamientos aún apuestan por ellas para el arbolado urbano. Hemos de confesar que somos muy 'fans' de árboles como el ailanto, que tanta sombra regala en la ciudad y que adquiere en apenas diez años un porte espectacular. Pero las consecuencias de su expansión son tan negativas que conviene evitar su utilización en jardinería ornamental.


En Aragón, las riberas de los ríos y los humedales son los espacios más vulnerables:ofrecen gran cantidad de nutrientes y agua, y dado que estas invasivas crecen más rápido que las autóctonas (olmos, fresnos, sauces), acaban por desplazarlas hasta ocupar el espacio. En Zaragoza capital ha ocurrido, por ejemplo, en la ribera del Huerva, donde los ailantos ya no dejan espacio para que prosperen las habituales plantas de río. Para ahorrar el coste que la erradicación supone y proteger el medio ambiente, los propietarios de terrenos han de tener mucho cuidado en qué plantas eligen para su jardín. En realidad, lo ideal es optar por especies similares a las que crecen en la zona:así prosperarán seguro, requerirán muy pocos cuidados y el jardín se integrará en el paisaje.

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