Blog - Al Alba

por Mariano Gistaín

Mobbing al Papa

Hay nuevo papa en la oficina. Se va adaptando al horario, nuevas costumbres de siglos, compromisos ineludibles.


Tiene que hacer algo inmediatamente.


Tiene que vivir en un piso normal, fuera de ese Estado.


Le someterán a mobbing, acoso laboral. ("Os mando como ovejas en medio de lobos").


Como está todo tan jasco y la vida se puesto imposible, del mobbing ya no se habla. Cuando el horizonte, o la realidad, es la esclavitud (¡con suerte!), hablar de mobbing es un lujo. Por eso existe más que nunca. El mobbing viene consagrado por la legislación, es el marco de relaciones laborales, el contexto.


Al Papa le someterán o ya le someten a mobbing (hay mobbing estructural, de las organizaciones, y el jefe no puede evadirse de eso: sutil e insidiosamente el máximo jefe es el que más sufre el mobbineo).


El antecedente es inmediato: su predecesor no pudo resistir el acoso y arrojó la mitra.


El Papa ha de vivir en un piso modesto, como hizo Javier Osés cuando fue nombrado obispo de Huesca. Y llevar horario de oficina. Aunque se quede hasta las tantas.


Y actualizar él su propio Twitter. Lo primero, cambiar la contraseña.


O mejor, dejar que lo lleve directamente el Espíritu Santo.


Por algo es emblema de Twitter es un pollito: la abreviatura de la paloma.


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Lo que me gustaría que dijera el nuevo Papa