Entre el arte y la naturaleza

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Todo jardín, incluso el más asilvestrado, es un intento del ser humano de moldear la naturaleza. Si la tendencia occidental ha sido durante años limitar los objetos inertes a simples estatuas o áreas de descanso, en Oriente se apuesta por crear un conjunto que simboliza el equilibrio entre hombre, cielo y tierra. Irene Soria, propietaria de la floristería La Moderna, en Zaragoza, resume los jardines zen como "la naturaleza proyectada por el hombre, que busca su posición dentro de la naturaleza y cómo se relaciona con ella".


Hace ya más de 13 siglos que Japón está salpicado por jardines que invitan a la meditación. En ellos, las rocas son montañas, la grava se moldea como si fueran olas... Cuando se crean en el exterior, no están hechos para pasear, sino para admirar, meditar y dejarse llevar. Sería muy poco práctico crear este tipo de jardines en una ciudad, por lo que los amantes del arte japonés pueden crear los suyos en el interior, ya sea una oficina o el salón de casa.


¿Qué materiales se necesitan?


Desde La Moderna, Irene Soria explica que hay tres elementos fundamentales en los jardines zen: roca, arena y plantas. "Las rocas representan las islas de Japón, en ese país sienten un gran amor por las grandes rocas, que tienen incluso un estatus religioso. También hay arena y grava, que simbolizan el agua del mar y por eso se moldean alrededor de las rocas. En el arte zen, esas olas significan las experiencias a lo largo de la vida". Salpican esos conjuntos las especies vegetales, que suelen ser plantas que recuerdan a Oriente, como el bambú o el arce, así como arbustos, rastreras o musgo.


¿Cómo se construye?


No es complicado construir uno de estos jardines, y en las floristerías se venden muchos de estos materiales. El recipiente se puede construir con madera o bien adquirir, y ha de tener al menos 10 centímetros de profundidad, para poder verter en él cantidad suficiente de arena. Si se toma de la playa hay que cribarla y dejar que queden los trozos más finos, que serán los ideales para trabajar. Las piedras salpicarán el espacio, así como las estructuras vegales. En el conjunto de la fotografía se han colocado unos troncos de bambú, un almendro y plantas suculentas.


El toque japonés


Los detalles son muy imporantes en los conjuntos zen. Por un lado, si se sitúan rocas, quedarán mucho mejor cuando estén semienterradas. Si hay un rastrillo para moldear arena, conviene que quede a la vista, incluso tumbado en la arena, listo para tomarlo y empezar otra vez a moldear. A la hora de trazar las líneas, cuanto más rectas sean, más 'calmadas' estarán las aguas, mientras que las curvas simbolizarán turbulencias.


La 'cara amable' de las piedras


En los amplios jardines zen de Japón, es habitual que haya cinco grupos compuestos por tres rocas cada uno. El número impar es importante según la filosofía, al igual que la 'cara feliz' de las piedras. Según los paisajistas zen, cada piedra tiene un ángulo que no es especialmente grato, por lo que es adecuado perder un poco de tiempo con cada una, observarla con otros ojos, no como mineral inerte sino como montañas. Así, al colocarlas, cada una de ellas será especial.


Luces y sombras


Quizá la característica más importante de un conjunto zen sea la serenidad que inspiran. Por ello, la iluminación correcta puede transformarlo por completo. En una oficina puede convertir un rincón en un espacio moderno; en el exterior, será un lugar perfecto para disfrutar noches de verano.

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