Esperar a que se les acabe la pólvora.

Cortar el suministro de gargantas profundas.

Inyectar más miedo a la población: mercados, se deteriora la imagen del país, etc.

Culpar a todos los demás, especialmente a la población: es algo habitual a todos los niveles, etc.

Apretar a los jueces.

Remitir a informes y estudios posteriores.

Otorgar algún caramelillo: indulto a la madre que aprovechó la tarjeta, etc. En caso grave, fútbol en abierto.

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El súbdito obedece al miedo. Las leyes se han endurecido para la infantería y han blindado al poder. Desde la ITV hasta la prohibición de pagar 2.500 euros en efectivo, pasando por las actuaciones policiales. El depósito municipal de Zaragoza, pasados los dos primeros días, cobra 25 diarios por coche retenido.

La pregunta íntima, aterradora, de cada ciudadano ante este aluvión de inmundicia es: ¿Cuánto más me va a costar? ¿Cuál será la próxima puñalada?

Barato no será.

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