Vamos, vamos, el texto es comida. La palabra es alimento. El poema hace más falta que nunca. La sonrisa es gratis. Al desamparado y al inversor. Todo el mundo tiene derecho a una sonrisa, a una mirada, a ese reconocimiento mínimo del existir. La humanidad, el abrazo. Y actuar.

Ya se han cubierto las cláusulas del rescate a los bancos, ya sube la bolsa y regresan algunos inversores. Dentro del abismo resucitan algunos indicadores. Es la hora del rescate interior, que tiene que empezar por abajo. Hay que capilarizar el rescate.

Los gobiernos, a pesar de su autismo extremo, se han dado cuenta de que el rencor de la ciudadanía es mucho más amplio de lo que pensaban. Ellos lo llaman de otra forma, y sus expertos lo suavizan convirtiendo los sentimientos en puntos de encuestas, pero es rencor, y está llegando a zonas muy amplias.

Quieren encargar estudios y programas para enjabonar su imagen, pero van con mucho retraso. La única posibilidad es dar un respiro a la población, que lleva clavadas las cruces el IVA y el IRPF en el costado.

Hacer un plan urgente de regiones devastadas, sacar a la UME a la calle con cocinas de campaña, aliviar las cuotas, repartir sopa. Y mantas.