Blog - Al Alba

por Mariano Gistaín

In-tendencias: el triángulo del play

Lo que permanece es el triángulo que mira a la derecha. Es el emblema del vídeo, lo que sirve para distinguir un vídeo de una foto. Ese triángulo es el signo de nuestro tiempo, por encima de los logos de las marcas universales.


Es el triángulo de la divinidad, pero tumbado, apuntando a la derecha, que es el futuro, la flecha del tiempo. Nuestro triángulo está en todas partes, nos incita a pulsar sobre él, a darle un toque para que ocurra algo. Para poder ver algo. Se ha independizado de milenios, de teoremas y de constelaciones.


El símbolo es tan universal, tan discreto en su omnipresencia, que se desvanece. Es una humilde señal, una incitación, un reclamo. Esta función instrumental parece indicar que ya no  significa nada por sí mismo, que ni siquiera es un triángulo (el triángulo platónico), sino una forma cualquiera, una flecha abreviada, sin cola, sin la estela que sigue a los cometas.


Esa utilidad es también signo del presente, todo indica algo, nada es gratuito o decorativo. No significa nada ni simboliza nada: se agota en la acción que pide. El triángulo forma parte de las ecuaciones que hemos de resolver, descifrar, en el videojuego de la vida. Dale al play.


Nos ofrece el futuro ahora, el espectáculo, la continuidad, el flujo vital, tal vez lo que quede del destino, o un episodio.


Nosotros mismos, espectadores dispersos, somos quizá ese triángulo. Esa marca ya independizada, sin dueño ni significado. Una vez liberado de los dioses y los arcanos, el triángulo es futuro en porciones, tiempo eternizado y disponible.