Los Rolling Stones están de nuevo en la carretera y no faltará la tropa crítica considerando patética esta nueva reaparición. Allá cada cual con sus juicios, gustos y opiniones, pero a mi me encanta que los demonios sigan lanzando azufre y fuego en los escenarios, por muy ancianos y fuera de tiempo que se les quiera ver. ¡Leñe, si son una leyenda del siglo XX! ¿Y a quien no le gustaría darse de morros con viejos mitos y leyendas, verlos, sentirlos, acercarse a ellos como a un ascua ardiendo, quemarse? Mientras duren los Rolling, simpatía y respeto por el diablo.

Más, después de haber visto el documental conmemorativo de sus 50 años, 'Crossfire Hurricane', que hace poco emitió Canal + y que a principios del año próximo saldrá a la venta. Es el relato no solo de un grupo de rock sino también el retrato de una sociedad en ebullición y ruptura juvenil, el retrato de un tiempo, el de los sesenta, en el que saltaron por los aires costumbres conservadoras y tabúes impensables. Y todo por culpa, sobre todo, de aquellos depravados diablos. El documental refrenda aún más lo decisiva que fue aquella década en el cambio, no solo de la música, sino de la misma juventud y del mundo.

Si ya había unos 'Beatles buenos', que tanto fervor había logrado despertar en las masas juveniles, había que inventar a 'otros malos'. Así los concibió su manager Andrew Oldham, incitándoles a mostrarse perversos y a vestir provocadoramente. Lo que no podía imaginar es que aquella provocación se convirtiera de inmediato en diabólica y escandalosa, que sus actuaciones fueran coitus interruptus por las algaradas juveniles y la intervención policial. Ellos mismos, antes de salir al escenario, hacían apuestas sobre lo que durarían sobre él: diez minutos, no daban más. Y en más de una ocasión ni eso: la gente se abalanzaba al escenario, intervenía la policía, se montaba el guirigay colectivo y en un pispás se acabó. Eran la viva estampa de un inconformismo social que el propio Jagger recalcaba: “Estamos insatisfechos con la gente que nos gobierna”, responde a un periodista en el documental, cuando le pregunta por su hit supremo, 'Satisfaction'. Música y política por vez primera unidas en el rock'n'roll. Drogas, altercados, detenciones, juicios, cárcel, muertes, asesinatos… fue la secuencia posterior. El mundo pintado de negro, muy negro. Mucho de lo que fue la sociedad posterior e incluso de lo que es hoy, mucha de la libertad de costumbres que vivieron las décadas siguientes, salió de aquellas grandes bocas rebeldes.

El documental se cierra con una frase, más o menos literal, de que algún día los Rollings tenían que hacerse mayores. Tenían que colgar la rebeldía y ser conscientes de su edad y de la lejanía de aquellos tiempos provocadores de los sesenta. Y la colgaron (la rebeldía) para convertirse en una simple empresa. Eso es lo que son ahora mismo, una gran empresa del mundo del espectáculo y del entretenimiento, una empresa monumental a la que le cuesta ponerse en marcha más que a un paquidermo saltar una valla.

No digamos para grabar discos nuevos. En giras anteriores aún tenían la decencia de salir a la carretera con un disco como pretexto, pero en esta ocasión ni eso. Bastante les ha costado meter dos canciones nuevas en un disco recopilatorio. No importa. Ni a ellos y paradójicamente menos aún a sus seguidores, que acuden a los estadios a escuchar los viejos éxitos, no garguerías nuevas. Y, como los Rolling, con sus muchos años, desempaquetan aquellos viejos éxitos sin remoloneos y profesionalidad, el espectáculo total está servido. Al que le parezca patético, que apague. Millones de personas, sin embargo, no solo no lo harán sino que se echarán a la carretera con ellos, si, como parece, hacen una larga gira el año que viene. Saben, sabemos, que el mundo los va echar mucho de menos cuando definitivamente dejen de existir. Ocurre con los mitos y las leyendas.

Un impagable y primerizo miniconcierto televisivo de la memorable época con Decca. Y antes de que publicaran 'Satifaction'.

http://www.youtube.com/watch?v=ulxQv9WKzHU