Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

El malsano 'hat trick' de Alborán

Algo histórico en España. Hace un par de semanas, el cantante Pablo Alborán hizo, como dirían los futboleros, 'hat trick' en la cima de las listas de ventas de discos: los tres primeros puestos los ocuparon sus tres álbumes editados hasta ahora, el de su debut, el grabado en acústico y el más nuevo, 'Tanto'. Nunca, que uno recuerde, artista alguno ni nacional ni internacional había logrado semejante logro.


Es cierto que las listas de ventas presentan dudas. ¿Hasta qué punto son fiables? ¿Cómo se mide exactamente el número de copias que cada semana salen por la puerta de un establecimiento? ¿Quién las determina: los establecimientos mismos o las discográficas? ¿Se miden las ventas de todas las discográficas o solo las pertenecientes al grupo que integran Promusicae? ¿Tienen peso comercial las copias vendidas en un tiempo en que las ventas discográficas son exiguas? ¿Cuántas copias hay que despachar para alcanzar el número 1? Muchas preguntas y muchas dudas, mas no es cuestión tampoco de iniciar una investigación saducea para dar crédito absoluto a los listados que cada semana publica Promusicae. Es lo que hay, y, aun con el beneficio de la duda por medio, hay que dar por buenos esos listados y felicitar al autor del 'hat trick'.


Otra cosa es pensar que este listado refleja el panorama musical español y menos aún creerse artísticamente los tres discos de Alborán, aplaudir sus canciones. El malagueño, con su voz melosa y sus melismas flamenquitos, representa la parte más comercial, malsana y fofa de la música popular española, una música fabricada, como los viejos trajes, al corte del gusto más popular y con un tono romanticoide -por mucho que se ponga solemne interpretando en francés 'La vie en rose'- que está fuera de órbita de cualquier melómano exigente. Daña su inteligencia. ¿Es imaginable un seguidor de Nick Cave interesado en Alborán? ¿Cuántos de quienes siguen, por ejemplo, este blog se licuan ante las canciones del nuevo ídolo?


Lo que Vargas Llosa llama la pasión universal a divertirse y al entretenimiento con cosas banales, o sea 'el facilismo', tiene en este artista un buen imán, pero ello no supone que esa pasión sea valor supremo, elevación cultural y musical, sino más bien lo contrario: frivolización, vulgaridad, la punta del iceberg en realidad de la inconsistencia cultural, musical, televisiva... que azota a España. De hecho, las listas de ventas, lo que reflejan aquí y fuera, aunque más aquí, es el grado de mediocridad cultural de un país. Véase la lista de esta semana y extráiganse conclusiones. Con ello no es que uno quiera 'fusilar' a nadie, que allá cada cual con sus legítimos gustos y obvio es que de todo ha de haber en la viña musical, aunque bien es verdad que toda esta marea de mediocridad acaba salpicándote, quieras o no quieras. Basta con encender la tele o la radio, y allí está habitualmente toda esta tropa que copa las listas.


La pena es que estas edulcoradas y volátiles canciones, no son nuevas: vienen contaminando el aire desde lustros atrás. Mas, afortunadamente, hay mucha vida antes o después de ellas, hay muchos discos maravillosos que deleitan a un público más exigente e informado, con mayor caudal de sensibilidad, aunque el pálpito de estos discos se note muy poco en las listas y sus autores no hagan jamás tripletes como el de Alborán.


La pregunta sobre todo ello, concluyendo, es bien básica: ¿por qué? ¿Por qué triunfan estos artistas y no otros de mayor consistencia musical? ¿Qué hace que la gente escuche a Alborán y no, por ejemplo, el último disco de Dead Can Dance, recién comentado en el blog? ¿Educación, cultura musical, exigencia, prevención ante la masificación? ¿O, por el contrario, efectos del márquetin, las radiofórmulas, el desinterés, la comodidad, la insensibilidad cultural, la rendición al sistema? ¿Qué se te ocurre?

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