Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Van Morrison, sin plan B

Como la de Dylan, la carrera discográfica de Van Morrison es robusta como una roca: ni un disco malo. Más aceptable, menos aceptable, pero nunca un disco malo, o sea, uno de esos discos que no le vuelves a poner el oído ni una sola vez más en tu vida, ni como castigo. Esta tarde, en la SER, el inteligentísimo Santiago Auserón decía que a Dylan nunca se le puede volver la espalda, siempre interesa, aunque alguno de sus discos pueda flojear más menos. Lo mismo con Van Morrison.


Así que, como viene siendo proverbial en su largo camino discográfico, el entrañable gruñón no ha fallado con su nuevo álbum, 'Born To Sing: No Plan B', el 35 de su carrera y el segundo que edita con el prestigioso sello Blue Note (por algo será, es su álbum más jazzístico). Es más, ha subido el listón, ofreciendo 'gran música' enraizada en el blues y en el jazz, tocando los dos palos más queridos de su carrera desde que dejó boquiabierto al mundo con 'Astral Week' (1968). Nada nuevo, si se quiere, pero, junto a un sexteto de lujo, manejando esos palos con una pericia compositiva e instrumental apabullante y un sentimiento, que sin entrar en el misticismo de otras obras anteriores, pongamos 'Into The Music' (1979), araña la piel. Gran música sin tiempo ni fecha.


En lo que ha cambiado, por así decir, es en una canción, 'Close Enough To Jazz', que ya publicó de forma instrumental en 'Too Long In Exile', de 1993, y a la que ahora le ha añadido voz. Un pequeño detalle. En las letras, sin embargo, el cambio ha sido más acusado: ahora se revelan más ácidas y politiqueras. Haciendo de observador, que no de 'protest singer', como él remarca, en ellas retrata el momento tan crudo que vive el planeta, delatando “la codicia que envenena al mundo”, en palabras suyas. No lo hace de forma tan directa y dura como lo ha hecho Springsteen en su álbum 'Wrecking Ball' (“El banquero sigue engordando, el trabajador sigue adelgazando… Si tuviera un revólver buscaría a los bastardos y dispararía sin dudar”), pero tampoco se muerde la lengua: “Sartre dijo que el infierno son los otros, y yo estoy de acuerdo”, refiriéndose a políticos y banqueros.


En otras ocasiones, reduce sus pensamientos a soliloquios personales -curiosa y paradójica confesión: Montecarlo es la ciudad donde él se siente más anónimo ("allí todos son estrellas")-, mientras que en todo momento fluye el blues, las baladas y el jazz más intensamente que nunca, con robusta presencia de los solos de saxo y trompeta, y creando un ambiente jazzístico confortable, menos agresivo que en 'Moondance', por ejemplo, donde también sonaban con profusión los metales, cuando no bluesero (genial 'Pagan Heart', con vitola de su admirado John Lee Hooker). Resulta curioso: el irlandés, aunque tarde, ahora se ha dado cuenta de que ha nacido para cantar y que no sabe hacer otra cosa, que en su vida laboral no hay plan B. Y ojalá no lo siga habiendo durante años.


http://www.youtube.com/watch?v=qEzVwxontqw

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