Blog - Al Alba

por Mariano Gistaín

Rentabilizar la microhuelga y la mani

La gente prefirió manifestarse que pararse. Para poco tajo que hay, no vamos a dejarlo. Los sindicatos, como casi todo, son estatales. El país aguanta por la capa funcionarial y la cara B (Iberia sumergida). El Estado da de vivir a un treinta y mucho pico por ciento y con eso vamos estirando los meses. La privada flaquea. Y el Estado aguanta hasta fin de año: se ha financiado, aunque sea al cuatro o el cinco o el seis por ciento, depende. El Estado se come el turrón. No quiebra. Luego ya veremos.


Ha sido una huelga de Estado. Excepto cuatro exaltados, el gentío salió con una cortesía exquisita. Las manifestaciones fueron de etiqueta, emocionantes, serenas. Se sentía la madurez contenida del país, la juventud expectante. Queda margen, no mucho.


El Gobierno tiene la obligación de rentabilizar esos millones de personas que salieron en pueblos y ciudades a reprobar los recortes. El Gobierno ha de seguir con sus planes, aunque sean o fueren equivocados, seguir su hoja de ruta o convocar elecciones, claro.


Pero en este filo de Damocles hay que aprovecharlo y reciclarlo todo, incluyendo por supuesto las manifestaciones y la semihuelga. Ha de vender la calma tensa (segundo aviso). A Merkel.


Tiene que exportar el lado sereno y civilísimo de un país en la calle que luego, en vez de ponerse a incendiar la Duma, vuelve a casa, si es que la palabra "casa" aún significa algo en general.


¿A quién se puede exportar esta experiencia tan democrática? A China, naturalmente. Le vendrá bien.