Un huerto lleno de flores

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Las plantas comestibles son grandes luchadoras y con altas temperaturas y agua suficiente seguirán dando frutos hasta bien entrado el otoño. Una alegría más para el mes de septiembre


Más de un jardinero cultiva especies de huerto para disfrutar de su floración, tan generosa y espectacular. Al hortelano le resultará extraño, pero plantas como la borraja, calabaza, alcachofa... son muy decorativas y ayudan a crear un efecto natural y relajante en el jardín. Otra de las virtudes de estas plantas es que su floración se extiende durante meses y meses. Por ejemplo, tras sembrar el plantón de calabacines, su floración ha durado todo el verano. Cada día se abrían dos o más, enormes y de intenso color amarillo, que con un poco de paciencia (a veces hay que ayudar en la polinización transportando el polen masculino en la flor femenina) se convertían en enormes calabacines. A pesar de haber dado muchos frutos, continúa floreciendo en septiembre, hasta que los fríos de octubre terminen por agotarla.


Otro tanto sucede con las tomateras. Ya ocurrió el año pasado que la floración fue más intensa llegado septiembre que el resto del verano. Julio había sido demasiado fresco y el otoño fue tan cálido que más de un hortelano estuvo recogiendo tomates en el mes de diciembre.


Aprovechar los bancales


Reservar un trozo de jardín para cultivar empezó como una moda que cada vez se ha hecho más habitual. Al placer de cuidar de las plantas se une el ahorro que supone recoger frutas y verduras. Pero mantener ese rincón como huerto no significa olvidarse de flores y plantas decorativas. De hecho, es importante que el huerto tenga cerca una buena colección de flores que atraigan a insectos polinizadores, y asegurar así su fruto. Entre tomates, calabacines, cebollas y demás se pueden cultivar petunias, tagetes, portulacas... si hay espacio, también dondiegos. La mayoría de plantas de temporada tienen unas raíces muy pequeñas que apenas invadirán ni robarán alimento.


Mucho cuidado sin embargo con algunas plantas de huerto, que sí que robarán (y mucho)los nutrientes. Antes de cultivar calabazas o girasoles hay que tener en cuenta que sus raíces son muy profundas y que más que comer 'limpian' el suelo, hasta dejarlo agotado. De hecho, los girasoles se utilizan como sistema natural para tratar suelos contaminados, por su capacidad de absorber todo tipo de minerales. Es importante recordar esto para evitar la tentación de sembrar un par de girasoles con el fin de que hagan bonito:lo que se conseguirá es quitar alimento a las plantas que lo necesitan mucho más.


En septiembre es importante controlar las plagas del huerto, sobre todo los hongos. Las noches son cada vez más húmedas, llegan las primeras lluvias otoñales, y las grandes hojas de los calabacines se cubren de un polvo blanco que indica la presencia de hongos. Lo mejor es prevenir y tratar con un fungicida ecológico, teniendo especial cuidado que su aplicación no dañe a la fauna. Si fumigamos y matamos a los insectos que polinizan, será imposible que tengamos más frutos.

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