Salir del nido bien anillados por la mañana a buscar el alpiste. Avioncillos, jilgueros, abuvillas, torcaces, gorriones... Airear las ideas, contarlas, exponerlas al fresco de la mañana, nadie se ha ido en medio del tuit-tsunami. Las sillas vuelan, los clientes están más atentos que nunca, tensa Iberia en sus agonías. En cualquier brizna puede haber un tesorito, una inspiración, ese famoso clavo ardiendo. Ayer se acabaron las metáforas. Hoy hay que crearlas de nuevo, sísifamente, la b con la a "ba". Aprendemos a leer cada mañana, con la prima clavada en el lomo. De esa herida saldrá una idea, afilada y directa al mercado, al mundo mundial, que quiere cambiar y no sabe cómo ni por dónde empezar a hacerlo. Los últimos pufos de la city londinense son como el doping al ciclismo. La puntilla. El descrédito en su máxima expresión. Ideas y cosas. La propia debacle, el tuit-tsunami, abre las válvulas de los inversores, la receptividad es mayor. Hoy una buena idea vale el doble que ayer. La honradez cotiza más que nunca.