Este fin de semana España ha sido republicana. Al menos en Twitter, que entra directo al cerebro. Hoy, lunes, vuelve la realidad, la rejilla diabólica de la hoja de cálculo.

Twitter alumbra una libertad inédita, como si sus mensajes no fueran de este mundo. Y no lo son. Pertenecen a un ámbito ideal: una demo de lo próximo, que no acaba de instalarse.

Lo próximo actúa quizá como las apps de los móviles: cambian detalles hasta que un día todo es diferente.

El cerebro picoteado por estímulos que se incrustan y hablan entre ellos mientras el cuerpo duerme. El ingenio como condición. Gracián en el bolsillo.

Twitter permite declarar la república y luego volver a la realidad, donde se matan elefantes para tener algo que contar.

España se ha liberado del agobio presente y ha proclamado la III República sin necesidad de ir a votar.