Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Para el Pilar ya no sale lo mejor

“Para el Pilar ya no sale lo mejor”, titulaba en el Heraldo, el domingo pasado, el brillante y admirado colega, Sergio del Molino, un acertado comentario sobre la música de las fiestas del Pilar. En tiempos de la infausta concejala de Cultura del PP, Verónica Lope, no creía yo que la cosa, ramplona hasta el insulto, pudiera empeorar aún más. Pues bien, con los socialistas en el Ayuntamiento y con el concejal de los 'grandes proyectos derruidos', Jerónimo Blasco, al frente de Cultura, más la complicidad de Izquierda Unida y la CHA, se demuestra la realidad de la famosa ley de Murphy de que toda situación, por muy mala que sea, es susceptible de empeorar. Con lo anunciado hasta ahora es más que suficiente: Melendi, Rosario, Seguridad Social, Revólver, fiesta Máxima FM…, cito de memoria, por lo que es seguro que me falten muchos e incluso que me sobre alguno. Pero, vamos, como se ve, primera división musical.


No, este año no estoy muy por la labor de entonar mi letanía de ayes y quejas en las páginas del Heraldo, porque ya se ve que no sirve de nada. La música, lo dije y lo mantengo, pese a los puyazos que me destinó en este blog, hace unos meses, una militante con alto cargo del PAR, les importa un bledo a los políticos. Les da igual la excelencia que la morralla. Que el pueblo salte y baile, sea quien sea el que toque la copla. Pero no me voy a extender más. Mejor le voy a ceder la palabra a Sergio, que al margen de que me cite –cosa que me honra muchísimo, viniendo de su iluminada mente- dice cosas muy sustanciosas y algo que, al menos a mí, me reconforta mucho: ya no soy yo solo el raro y el protestón.


Transcribo su texto del pasado domingo al tiempo que aliento vivamente a que visitéis su blog literario, sergiodelmolino.com, donde, entre otras muchas cosas, os vais a encontrar con una crítica-comentario de la última película de Almodóvar absolutamente desternillante y deliciosa, un prodigio de escritura ingeniosa, documentada y sarcástica que deja al mismo Boyero fuera de juego -y eso que, como de costumbre e inteligentemente, le metió cera a Almodóvar por 'La piel que habito'- . Intentad leerla. Bueno, ahí va el texto de Sergio del domingo pasado:




Para el Pilar ya no sale lo mejor


Hace ya demasiados años que para el Pilar no sale lo mejor. Entre crisis financieras y programaciones musicales diseñadas con un cada vez más preocupante peor gusto, se va pareciendo a unas fiestas patronales de un pueblo modesto. Dicen en el Ayuntamiento de Zaragoza que este año se ha rebajado el presupuesto, pero no la calidad. Eso no tiene mérito: es muy difícil bajar un listón de calidad que ya roza el suelo.


Tras el franquismo, los zaragozanos reinventaron las antañonas fiestas del Pilar como una celebración democrática, algo así como el recordatorio lúdico de que el pueblo había reconquistado la calle. Desde los barrios llegó el impulso que hacía falta para que, cada año durante unos días, todos los públicos pudieran disfrutar. Y la música en directo era —y, en apariencia, sigue siendo— la columna básica de la fiesta. Aprovechando el tamaño y la importancia de Zaragoza, se diseñaban varias programaciones donde había sitio para lo de siempre (es decir, lo que las radiofórmulas regurgitaban), pero también para propuestas más selectas y, a veces, incluso marginales. No creo que en muchas ciudades de Europa se concentraran tantos conciertos para tantos públicos distintos en tan pocos días.


Pero, poco a poco, por falta de presupuesto, por desidia o por falaces cálculos mercadotécnicos, la programación del Pilar se empezó a alimentar de los circuitos escénicos de segunda, los que antes servían para llenar las plazas de toros y los polideportivos de los pueblos medianetes. Lo que solía ser relleno, ahora es la espina dorsal del programa de festejos. Es muy triste ver cómo destacan en el cartel nombres de grupos que ya sonaban rancios y casposos hace veinte años. OBK o Seguridad Social están más pasados de rosca que el difunto Joaquín Luqui.


No sé si fue casual que los síntomas de decadencia se hicieran irreversibles cuando parte de la fiesta abandonó el centro urbano —entendido el centro en sentido amplio: un lugar al que se puede llegar paseando— para mudarse al lejanísimo Valdespartera. En los últimos años, salvando el cartel del FIZ o alguna noche de rock urbano y nostálgico en Interpeñas, quienes disfrutamos de la música en directo pero no somos oyentes de Máxima FM o de Radiotaxi lo tenemos muy difícil para encontrar una propuesta que se acomode a nuestros gustos.


Si algo bueno tiene esta situación es que, gracias a ella, podemos disfrutar de la agria prosa de Matías Uribe, entregada cada año a la muy ingrata tarea de comentar —lo de recomendar está ya muy difícil— los conciertos más destacados de cada noche. Y como a Matías hace tiempo que se le cayeron los últimos pelos que le quedaban en la lengua, los que estamos obligados a quedarnos en casa, por lo menos disfrutamos con su ingenio y sus comentarios mordaces, ya que no de la música que nos ofrece el Ayuntamiento.


Y por favor, no me entiendan mal (en fin, entiéndanme como gusten, no les diré cómo deben leer el periódico, pero no pongan en mi pluma palabras que no he escrito): no estoy abogando por la supresión de los conciertos de Melendi o de Rosario Flores, ni reclamo lapidación alguna para sus seguidores. Solo pido que se piense un poco en otros públicos, aunque comprendo que no hay mucha variedad en el mercado de saldos donde los programadores adquieren estas perlas caducadas.


Los presupuestos son los que son y la crisis es la que es, pero, ciertamente, para montar unas fiestas con material de derribo, alguien debería plantear si no sería más sensato cambiar el modelo.


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