Las plantas tienen un mecanismo interno para defenderse de sus depredadores. Mediante compuestos químicos, se aseguran de que sus hojas tengan un sabor desagradable, sean venenosas o produzcan un efecto negativo. Algunas plantas son aprovechadas para el ser humano por sus leves efectos sobre el sistema nervioso, como el café, el té, el cacao o el tabaco. Otros alcaloides se utilizan por su ayuda para combatir enfermedades (quinina, morfina...) pero algunos son peligrosos alucinógenos que pueden llegar a causar adicción, como la cocaína o la heroína (que procede de la morfina). El uso y abuso de las drogas vegetales por el ser humano se remonta a hace miles de años: el cultivo del cáñamo era habitual en el año 4.000 a.C. en China y el opio ya se extraía de la amapola en el año 3.000 a.C en Babilonia. En la actualidad, sigue habiendo drogas vegetales al alcance de la mano, algunas tan peligrosas como el estramonio, que se ha cobrado las vidas de dos jóvenes en una 'rave' ilegal en Madrid. Pero las semillas de esta planta no son las únicas drogas naturales que crecen en los caminos.

UNA PEQUEÑA DOSIS ES MORTAL

>> Estramonio. El consumo de sus semillas es muy peligroso. No hay una dosis establecida: los compuestos pueden estar muy concentrados y unas pocas semillan causan la muerte. Los que ingieren esta droga se vuelven sugestionables y acceden a cualquier petición.

>> Ipomea Se encuentran en riberas o trepando verjas y sus semillas son altamente tóxicas. Contienen amida de ácido lisérgico (LSA), cuyos efectos son muy similares al LSD o ácido. Provoca alucinaciones y distorsión del tiempo. Si el compuesto está muy concentrado, causa parada cardíaca.

>> Beleño. Su pomada llevaba al éxtasis a las brujas en los aquelarres y causó la muerte al padre de Hamlet en la obra de Shakespeare. Es común en los bordes de los caminos y tiene graves efectos en el sistema nervioso. La hiosciamina, atropina y escopolamina pueden causar la muerte.