Acuáticas. Siempre sorprende cuando el ser humano acaba por imitar a la naturaleza. Durante miles de años ha luchado por 'superarla', hasta que se rinde a la evidencia: ¿qué sistema medioambiental va a ser más adecuado que el natural?La tendencia de depuración de aguas más moderna pasa por aprovechar las plantas acuáticas, especies con raíces que sirven de filtro para 'atrapar' las partículas que transporta un caudal. El proceso es similar al de un río mediterráneo, con estiajes y crecidas:si el agua se estanca, la suciedad acaba por depositarse en el fondo. Si posteriormente se pone en movimiento, las partículas que quedan tienden a quedar atrapadas por las raíces de las plantas que crecen en el lecho del río o en las riberas. A esta depuración se la denomina 'macrófita' y se aplica ya en algunas depuradoras aragonesas. Un bonito modo de conocerla es acercarse al parque del Agua de Zaragoza, donde los estanques y canales que lo cruzan son un ejemplo viviente de depuración:el agua se toma del Gállego, cruza el meandro y al llegar al final, sirve para los baños en Las Playas, hasta devolverse al Ebro.

UN SENCILLO PROCESO

>> Ayuda bacteriana. Las plantas macrófitas son acuáticas y se caracterizan porque a sus raíces se adhieren bacterias microbianas. Estas bacterias se alimentan de las cargas contaminantes, así como de la materia orgánica que hay en el agua..

>> Más oxígeno Las macrófitas, además, cuentan con un sistema de geomembranas que 'inyecta' oxígeno al agua. Esto es vital para que los fangos y el líquido no se degraden. Además, las raíces segregan ácidos que consiguen anular las bacterias patógenas que se puedan encontrar en el agua.

>> El resultado. De manera natural, las plantas no solo eliminan los residuos orgánicos, sino también materiales pesados y otros contaminantes como nitratos y fosfatos. La planta en su estado natural ha de luchar por conseguir alimento: en la depuración, tiene todo el que necesita.