Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Patti Scialfa, una vida artística propia al margen de Bruce Springsteen

Suena la voz de Patti Scialfa en uno de esos telefilmes de sobremesa de ayer sábado. “¡Qué voz más bonita!”, exclama alguien a mi lado. “¿Quién es?”. Respondo que la mujer de Bruce Springsteen y de inmediato se me sube la libido por escuchar alguno de sus discos, y me voy por ellos. Hay en concreto una canción, 'Love (Stand Up)', de su segundo álbum, que me encantó la primera vez que la escuché en aquellos discos piratas de los conciertos navideños del Boss en en Convention Hall de Asbury Park y me emocionó aún más cuando salió oficialmente en disco. Hoy, todavía, me sigue derrotando. Así que, mientras pergeño  estas líneas, Patti se adueña del equipo musical. Sus tres discos caen sucesivamente.


¿Que quien es Patti Scialfa? Una 'buscona', la vituperaron cuando llegó al lado de Springsteen. Una chica tontita, caprichosa, superficial, bomboncito dócil..., siguieron disparando-, 'la chica del jefe', sin más, cuando se casó con él, como el estereotipo que dejó el cine negro de Edward G. Robinson o Bogart. Nada más lejos. Su jefe no es uno de aquellos matones de cine, sino una estrella del rock, humanitaria y comprometida, y ella es una chica con recursos e independencia artística. Lo corroboran sus tres discos. Cierto es que desde que se casó con el Boss, la vida de Patti ha estado siempre a la sombra de su marido, eclipsada. Pero seguramente porque ella y él así lo han querido o porque no han hecho nada en especial para evitarlo. También porque la misma Patti se ha tomado con calma eso de mostrar su talento: veinticinco años tardó en editar su primer álbum desde que formó su primer grupo y once transcurrieron desde aquel estupendo “Rumble Doll”, de 1993, hasta que en 2004 llegó “23rd Street Lullaby”.


Las de Bruce Springsteen y Patti Scialfa eran vidas paralelas que tarde o temprano acabarían confluyendo por mor del amor y de la música. Si a Springsteen le nacieron los dientes con el rock, otro tanto se puede decir de su esposa. Nacida también como él en  el estado de New Jersey, en Deal, concretamente, en 1954, de cría no dejaba de canturrear al lado de su abuelo, pianista y compositor. Escuchaba la radio, cantaba en la escuela y estaba al tanto de lo que ocurría en el mundillo del pop local debido a que su hermano mayor Michael tenía un grupo de rock. La mecha que acabó incendiando su pasión por la música llegó el día que este hermano se presentó en casa con una guitarra blanca Stratocaster. “Parecía una nave espacial”, recordaba Patti, asombrada, en 2004 a la revista Backstreets. Tenía entonces 12 años.


Aprendió a tocar la guitarra y comenzó a componer sus primeras canciones y a formar parte de grupos de manera casi convulsiva. Ecstasy fue el primero, a los 14, con Jerry Armstrong como guitarrista, pero cuando se le acababa el trabajo enseguida llamaba a las puertas de cualquier otro grupo solicitando el puesto de cantante. Si algo ha caracterizado a Patti, ha sido su tenacidad por dedicarse a la música, y si para ello había que maldormir en un desvencijado apartamento, pasar por decenas de audiciones, cantar en la calle... o casarse con el Boss, pues ahí que estaba ella. Siempre, pese a lo que pueda parecer, ha sido una mujer muy luchadora por hacerse un hueco en la música. Y con Springsteen o sin él, seguro que lo hubiera conseguido


Cuando acabó el instituto, y tuvo que elegir estudios en la Universidad, no dudó en decantarse por los musicales. Hija de un acomodado empresario de la zona, no tuvo problemas financieros para trasladarse a Miami a estudiar en el Departamento de Jazz de la universidad. Era la única chica que lo hacía en aquel departamento, que para entonces contaba con alumnos luego prestigiosos como Pat Metheny, Michael Narada Walden, Jaco Pastorius o Bruce Hornsby, con los que no sólo coincidía en las aulas sino en los clubs de los hoteles -Coconut Grove y el Miami Beach- donde cantaba y tocaba jazz seis noches por semana y encima le pagaban muy bien. Durante ese tiempo tuvo oportunidad de firmar contrato con Atlantic pero la cosa no cuajó. En 1973, Warner le dio 3.000 dólares para grabar una maqueta, cosa que hizo junto a la hija del productor Jerry Wexler, Anita, pero luego a Warner no le gustó el resultado.


Hubiera sido un adelanto de las “chicas modernas del jazz” (Norah Jones, Diana Krall...) si al cabo de tres años en Miami no hubiera decidido trasladarse a Nueva York para seguir estudiando música, pero entonces desvinculada del jazz y de forma más libre. También de forma más autónoma, sin depender de la 'paga de papá', sino financiándose ella misma la estancia en la Gran Manzana, ejerciendo de camarera, de recepcionista de un estudio de grabación o cantando en la calle. Patti no paraba de moverse, con tal de cantar. Formaba grupos y acudía a todo tipo de audiciones. Y cosas del destino: la primera prueba para entrar en la E Street fue fallida. En 1975, leyó un anuncio en el Village Voice para una audición, llamó y la recibió un arrogante Mike Appel, quien con los pies puestos sobre la mesa, le dijo: “OK, canta”. “¿Y el guitarrista, o el pianista, no hay acompañamiento?”, espetó Patty. “No, no hay músicos, tú canta”. Patty cantó el popular “Da Doo Ron Ron”, de las Crystals, y a continuación la mandó a Jersey para que ensayara con la banda. Cuando Bruce la vio, le dijo: “Fantástico, ¿quieres cantarme algo?”. Patti cantó dos canciones propias y a continuación Bruce le dijo que estaba mirando el añadir una voz femenina a la banda pero que no sabía lo que pasaría. “Es como un tiro en la oscuridad”, le dijo más gráficamente sobre sus dudas. No la llamó. Otras fuentes aseguran que a Bruce no le gustó y le dijo que siguiera ensayando y trabajando. Y eso fue lo que hizo. Patti formó un trío femenino, para cantar en las calles de Nueva York, junto a Lisa Lowell y su gran amiga desde entonces, Soozie Tyrell, la violinista que le ha dado otro color al sonido Springsteen al incorporarse a la E Street Band a raíz de “The Rising” y en cuya entrada seguro que pesó la presión de Patti.


De nuevo en New Jersey, cercanos los ochenta, se convirtió en asidua de los clubs de la zona, el Stone Poney, entre ellos, cómo no, formando parte de diversas bandas y haciendo audiciones por aquí y por allá, con tal de sacar adelante su pasión musical. Southside Johnny, a través de su guitarrista Billy Rush, la incorporó a su banda. Bueno, no solo a ella sino al trío callejero completo de Nueva York. Rush sabía que Patti había cantado junto a Narada Walden, e incluso en un disco de Don Cherry, y una noche tras hacerla subir al escenario y dejarla sola para que cantara una de sus canciones, le propuso que cantara en un disco de Southside Johnny, a lo que Patti pidió que si podía ser con sus amigas Soozie y Liza. Southside aceptó y encontró un excelente trío vocal. Con él estuvo dos años, entre el 80 y el 82, los de la gira “Sacrifice”, aunque alternando con su banda.


En aquella época, exactamente en 1981, fue cuando tuvo su segundo encuentro  personal con Bruce. Fue en una de las largas jams que se montaban en el Stone Pony los sábados. Como tantas otras noches, Springsteen andaba por allí y escuchó a Patti cantar “Tell Him”, la canción que popularizara Dusty Springfield. Cuando bajó del escenario se puso a hablar con su amigo Bobbi Bandiera y de repente, se dio cuenta que Bruce estaba a su lado. Bandiera se la presentó -curiosamente ninguno se acordaba del otro- y Bruce le dijo entusiasmado: “¡Caramba, me gusta tu voz, es realmente bonita!”. Desde entonces se hicieron amigos, eso sí, casuales. A veces iban a tomar un hamburguesa (para amantes de mitificar lugares, el Inkwell) y otras Bruce la llevaba en coche a casa de su madre. Más tarde, antes de incorporarse a la E Street, incluso Bruce la invitó a hacer coros junto a Richie “La Bamba” Rosenborg y Patty Malone, en una de las múltiples canciones y múltiples pruebas que hizo para el álbum “Born In The USA”.


Patti tenía una excelente relación con los músicos de la escena de New Asbury. Era guapa, simpática, sencilla y cantaba estupendamente, por lo que no le faltaban los novios (Tom Cruise, entre ellos) y los amigos incondicionales, Bandiera sobre todo, que en más de una ocasión tuvo que soltarle unas monedas para que volviera a Nueva York, donde pese a su integración en el núcleo musical de Asbury, seguía viviendo, en concreto en la calle 23, que en 2004 inspiró su segundo disco. Una calle en la que también vivían otros amigos músicos como Cliff Carter o el productor de este segundo disco, Steve Jordan, quien curiosamente fue el inductor de uno de los capítulos más desconocidos de la carrera musical de Patti: su intervención en el disco “Dirty Work”, de los Rolling Stones, lamentablemente, digámoslo de paso, el peor de su carrera.  Incluso llegó a grabar un dueto con Mick Jagger, que luego no se editó.


En 1984, una semana antes de que comenzara la famosa gira del “Born in The USA”, Springsteen la llamó para que rellenara los huecos vocales que Steve Van Zant había dejado al marcharse de la E Street. El propio Bruce estaba inmerso en la confusión, en unos de esos estados habituales suyos de duda, así que cuando la llamó no le aclaró ni le prometió nada, sólo que se uniera a la banda. “¿Por qué no vienes?”, le preguntó. “No sé, nunca hemos tenido una mujer en la carretera, pero por qué no vienes y cantas, no puedo prometerte nada, la verdad es que no sé qué estamos haciendo, pero ya te lo diré”.


Las malas lenguas dicen que en realidad la obsesión de Patti era “ligarse” al Jefe y hasta que no lo consiguió no paró. Eso, una buscona. Sea verdad o no, lo cierto es que aún tuvo que volver a llamarla Bruce, tres días antes de la gira. “¿Quieres venir a la carretera?”, volvió a preguntarle. A lo que, pese a tanta premura, Patti aceptó definitivamente unirse a la banda. Ni el propio Bruce, en una apresurada decisión, sabía muy bien el papel que asignarle, aparte de los coritos, y  ello quedó en evidencia en aquella gira, en la que Patti aparecía al fondo del escenario con una pandereta y un teclado al lado, muy distante no sólo de él, sino de la misma E Street. Parecía una invitada “pegote”, pero Patti supo jugar sus bazas como mujer y como cantante.


En 1985, Springsteen se casó con la modelo Julianne Phillips, un matrimonio abocado al fracaso: el rockero desarrapado y visceral no pudo adaptarse al glamour de las pasarelas, tampoco a la formación conservadora de su mujer y a su desinterés por la música,  menos aún a los cambios de vestuario a que la repulida ex “cheerleader” le sometió, sustituyendo sus viejos vaqueros por la horrorosa chaqueta y pajarita que le colocó en la portada de “Túnel Of Love”. También en los videos.


Patti se convirtió de inmediato en paño de lágrimas del Jefe. En la gira del 88 pasó al centro del escenario, donde ambos destilaron tórridas miradas de amor (“Tougher Than The Rest”), y tres años más tarde se casaron. Tuvieron tres hijos y en 1993 la “Red Headed Woman” editó su primer álbum, “Rumble Doll”, al que once años más tarde le siguió “23rd Street Lullaby”, evocador de su juventud bohemia en Nueva York a través de piezas folk, pop, country, hip hop y rock. En 2007, editó el último hasta ahora, “Play It As it Lays”, quizá más flojo que los dos anteriores, aunque con un atractivo “Looking For Elvis”, lleno de sonido pantanoso. Los tres son una muestra inapelable de las facultades de 'la chica del Jefe' como cantante y compositora, una artista con vida propia al margen del Boss. Ahí van unas muestras. Lástima, youtube no tiene mi favorita, 'Love (Stand Up)'.


http://www.youtube.com/watch?v=cdDVyT_MfEA


http://www.youtube.com/watch?v=xnr8v5-dWBc


http://www.youtube.com/watch?v=JDEeCQClgkY

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