Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

¿Ha renovado Amaral el panorama musical actual?

No sé que entenderá por “renovación del panorama musical actual"  el jurado que, por este criterio, le ha concedido a Amaral el Premio Nacional de Músicas Actuales 2010, pero si por ello se entiende la explosión de ritmo y cambio social que trajeron los primeros rockers americanos, utilizando el hillbilly y el R&B para crear el genuino rock'n'roll, o el vuelco que le dieron Los Beatles al mundo musical con sus flequillos y su grandiosa discografía evolutiva, o la bruma onírica que aportaron los primeros Pink Floyd inventando la psicodelia, o los zarpazos vanguardistas de Zappa y King Crimson, o el cambio tecnológico que aportó la escuela alemana de los setenta, y luego el tecno y la electrónica, y hasta la central de investigación en que se ha convertido Radiohead, por recordar algunos de los revulsivos mayores de la música contemporánea, pues se diría que Amaral, aun sabiendo de su elasticidad para manejar géneros, desde el folk al pop, el rock, la experimentación (no se olvide aquel 'En solo un segundo') y hasta el house, no está en esa categoría y quizá por eso no se merezca este premio.


Pero si por renovación el jurado ha entendido la búsqueda y hallazgo de un lenguaje personal y rico, con el que, sin caer en la chabacanería, sino bien al contrario, y utilizando dos poderosas herramientas como la voz imponente de Eva y las guitarras fornidamente personales, variadas e imaginativas de Juan, han logrado conectar con un amplio espectro generacional de oyentes y, por tanto, dar en la diana del panorama musical actual español, alejándolo de la horterada imperante, haciéndolo más creíble e interesante, el jurado ha acertado de pleno. Creo. Pero a saber qué es lo que ha valorado el jurado.


De lo que no me cabe duda es de que, sea cuales fueran los criterios, premiar a Amaral es saludable, justo y necesario, que decía el Evangelio. Nunca, pese a lo que opinen detractores, que ya andarán atizando el fuego, una improcedencia. Un grupo con ese gran puñado de canciones pop, tan cuadradas, tan bien caligrafiadas, tan inmediatas y poéticas, tan directas y populares y a la vez tan refinadas, se merece este y cualquier premio, venga de donde venga. Aunque el mayor premio, como así me lo reconocía ayer Juan, ya se lo ha dado el público, apoyándole y disfrutando con sus discos y sus conciertos, haciendo posible que “dos chavales de barrio”, como ellos se definen, se paseen por el mundo con la cabeza bien alta por su trabajo. (Demos ideas, por cierto: la del trabajo sería una medalla que ni pintada. Pero eso, para el nuevo ministro del ramo).


En la entrevista que publico hoy en Heraldo, aflora de nuevo la humildad de esta pareja, caso atípico en estos tiempos de ruido y vanidades estúpidas y vacías. Juan asegura que, antes que ellos, el premio de Cultura se lo debían haber dado a otros, que ellos, aun reconociendo que tienen “ciertos méritos acumulados”, no son merecedores todavía de este premio, “porque aún tenemos que hacer nuestro mejor disco y nuestro mejor concierto, ese disco y ese concierto con el que sueñas y no has hecho todavía”.


Y Juan me contaba esto, sin que todavía Eva supiera que le habían dado el premio. Ella estaba aislada en el local, tocando la batería. Como si lo necesitara. Pero era la perfecta paráfrasis de las palabras de Juan y de lo que en el fondo lleva implícito el premio: el reconocimiento de todo aquel chaval joven que llena sus sueños de ilusiones metido en un local de ensayo de cualquier lugar del mundo. “Ahí seguro, que en Zaragoza, ahora mismo, hay un nuevo Amaral”, pronosticaba Juan. Va por ellos y por los que, ojalá, vengan. Al margen renovaciones.

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