Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

La 'Querida Vengadora' y el hombre-mujer



Antes que nada, querido lector, si ha llegado aquí sin haber leído la entrada de ayer, le recomiendo que pinche en este enlace y empiece esta historia por el principio. Si no, no se enterará de nada y pensará que estamos todos locos.


Y a lo de hoy. Como habrán podido ver por los comentarios de ayer, algunos bastante jocosos, la mayor parte de ustedes se inclinan por pensar que el hombre-mujer que apareció encadenado en El Burgo de Ebro en 1897 fue víctima de una venganza amorosa, ya sea por parte de un hombre, de una mujer, o de ambos. La clave estaba en la carta que apareció junto a nuestro protagonista, en cuyo sobre figuraba la leyenda: 'Ojo, señores'. Veamos qué decía la carta, según el reportaje publicado en HERALDO: 

Firma la carta 'La querida vengadora'. La letra de la epístola es inglesa y muy correcta. En abril de 1882, cuenta la 'vengadora' que fue seducida por el entonces hombre y hoy señorita 'Josefino' Tost. La encubierta y misteriosa 'vengadora', para ocultar su deshonra, mató a la niña, producto de aquellas relaciones. En el crimen la ayudó 'Josefina'. Quiso la 'vengadora' huir de su pueblo, que bien pudiera tratarse de alguno de los de la provincia de Valencia, y en la fuga le ayudó su entonces amante y hoy víctima de sus odios. Salieron del pueblo y José se puso su ropa, que según la 'vengadora' le sentaba muy bien. 

Ya en el Burgo, al dirigirse a Zaragoza, se abalanzó José sobre su querida y, sujetándola por la espalda, la ató con unas cuerdas en la misma forma que ella lo ha hecho ahora. Cerca de ella dejó una carta en la que denunciaba su crimen y huyó. Los tratos de que era objeto por el ex-hombre la hicieron concebir el propósito de vengarse, y juró que si ella ataba a Tost no lo haría en forma que pudiera fácilmente desasirse. El juramento lo hizo por Dios, por la Justicia y por su hija. 

Una de las cosas que con más ahinco suplica la 'vengadora' es que se encierre a Tost en una cárcel de mujeres, porque de una mujer dice que se trata; que se le deje crecer el pelo como a las señoras y se le afeite la barba con frecuencia. Advierte diferentes veces que no es hombre.

-Pero hombre -le dijimos-. ¿Cómo se ha dejado V. sujetar hasta el punto de colocarlo en el estado en que se halla? ¿Le dieron algún narcótico?

-No, señores; recibí una carta en la que se me mandaba presentarme al inspector de ferrocarrilles y vine a Zaragoza en el expreso del sábado.

-¿Estuvo V. en la fonda?

-Sí, señores; en la fonda de la estación, cuando vinieron un hombre y una mujer, que me dijeron que si quería ver al inspector tenía que ir con ellos. Fui hacia la vía de Barcelona y, al llegar a la obra de fábrica ma sujetaron, tapándome la boca, y me condujeron hasta donde me han encontrado, vistiéndome así.

-¿Cuánto rato estuvo V. atado a los chopos?

-Cosa de una hora.

Durante esta relación lloró Tost con frecuencia presentando un extraño cuadro, ver a un hombre fumar y llorar a un tiempo y disfrazado de semejante guisa.

-Su historia de V., o mejor la que V. cuenta, es bastante incompleta; su lloro de V. injustificado, pues nada malo le ha de suceder; ¿no sabe de dónde pueda venir esta venganza?

-No, señores; nada sé. Solo noté que me tapaban la boca y ya no vi más.

-Pero...

-No sé nada más, señores.

Pronto ha de aclararse el misterio si la 'vengadora' cumple su promesa, pues en el escrito mencionado dice se presentará dentro de cuatro o cinco días para responder del supuesto infanticidio.


Bueno, pues parece que sí. Pero lo que se cuenta en la carta, la verdad, no parece muy verosímil. ¿O sí? Y, a poco que se lean detenidamente las declaraciones de Tost, enseguida se cae en la cuenta de que oculta algo, de que miente. ¿Lo hacía porque estaba implicado en el infanticidio, o por otra razón más oculta e inconfesable? Hagan sus apuestas.

Acompaño la entrada de hoy con un retrato que publicó HERALDO del hombre-mujer y que está basado en una foto que se le hizo en El Burgo. Y les doy un detalle nuevo y morboso: quien encadenó a Tost al árbol tuvo el cuajo y el sadismo de hacerle agujeros en las orejas... para poder ponerle los pendientes.


Y mañana...

(me van a permitir que no escriba el título de la entrega de mañana, porque desvelaría el nuevo curso que tomaron las investigaciones)

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