El otoño llega más colorido que nunca
l Pintoresco. Cuando Van Gogh mostraba en sus cuadros los árboles de un violento color rojo, los críticos de arte de la época rechazaron de plano sus creaciones. Hasta entonces, la naturaleza en la pintura era verde u ocre. Pero el impresionismo supo plasmar las sensaciones que produce al paseante contemplar los bosques otoñales en una tarde soleada. Existen árboles rojos, como el zumaque, variedades de manzano, el arce... que refulgen con el color del incendio. Menos poética es la explicación de por qué las plantas adquieren estos colores tan sugerentes durante el otoño: el cambio cromático tiene relación con la capacidad de las especies caducas para aprovechar al máximo las reservas energéticas.
Antes de tirar la hoja, toman de ella todos los componentes que les pueden servir de alimento. Por otro lado, para perder la hoja, la planta cierra el peciolo que la une con la rama y la clorofila deja de entrar en ella. El cambio de color que contemplamos es el que indica que el descanso invernal está cerca. Afortunadamente, todo volverá a resurgir en primavera.
PASEOS LLENOS DE SORPRESAS
>> Las setas. Con las lluvias otoñales, los hongos 'fructifican' en forma de seta. Durante todo el año, el hongo vive bajo tierra pero sus órganos de reproducción salen a la luz en estas fechas. Algunas setas, como la amanita muscaria de la imagen, son muy venenosas.
>> Los líquenes. Este organismo es la unión entre un hongo y un alga. La colaboración es muy exitosa y permite al liquen vivir en situaciones extremas. Cuando apenas hay humedad, el hongo aporta alimento y al llegar las lluvias otoñales, el alga despierta y aporta energía con la fotosíntesis.
>> Las bellotas. Las plantas del género quercus fructifican en otoño con gran número de bellotas. Para muchos animales del bosque, es un alimento imprescindible para sobrevivir al invierno. También el ser humano se ha alimentado de este fruto, en especial los pueblos íberos.
