Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

The Chemical Brothers, secretos electrónicos

Confieso que una de las actuaciones más impactantes a las que he asistido en mi vida fue a la de Chemical Brothers en el pabellón Príncipe Felipe, allá por la primavera del 2001. Impactante especialmente en lo auditivo. Volumen brutal. El pabellón parecía que de un momento a otro se desplomaría con aquel ataque de decibelios. Y mi mini disc se sintió impotente ante el caudal de 'ruido' y, aun en automático, saturó la señal. Grabación inaudible. Nunca me había ocurrido. Unos años antes, en el 97, Oasis habían sacudido también estopa de lo lindo en el mismo recinto, en la actuación más exagerada de volumen sonoro que he oído en mi vida (y me las he tragado a centenares), pero aquella noche, cosa rara en mi, fui sin grabadora. Aun con todo, de haberla llevado -entonces todavía usaba un adorado casete estéreo que me almacenó conciertos a porrillo-, estoy seguro que hubiera resistido la embestida.


Y es que lo de los hermanos químicos era diferente. Con unos graves demoledores, los reyes del 'big beat' tiraban a dar al bajo vientre y a las piernas, a no dejar que la macropista de baile en que se convirtió el tartán del pabellón quedara un solo cuerpo sin vibración. Electrónica pura, inteligente, brutal. Sin evasivas. Venían con 'Surrender', como último disco. Increíble cómo el dúo  lanzaba las bases de ritmo y cómo coloreaba sobre ellas los dibujos más sugerentes de loops, samples, efectos, secuenciadores y demás parafernalia techno, mientras unas pantallas escupían imágenes futuristas y desbordantes. Para volverse loco. Algunos despistados huían como de la peste del pabellón.


Han pasado ya un buen porrón de años desde aquella brutal actuación, y no digamos desde aquel primer álbum, 'Exit Planet Dust' (1995), pionero en buena medida de la electrónica que habría de venir después, y, sin embargo, el dúo sigue en forma. Sí, claro, ya no sorprende, como no sorprende la tortilla de patatas de la abuela, de tantas veces que la has comido, lo cual no significa que deje de estar riquísima. Lo digo porque he leído por ahí, en foros de Internet, embestidas tan fuertes contra su reciente disco, 'Further', como la traca sonora que montan los hermanos en directo. El argumento es que ya no aportan nada nuevo y se repiten en demasía, algo que demuestra que seguramente el disco no se ha escuchado con bastante atención.  Y, en fin, añádase que no es poco mérito, en un mundillo como este donde los nombres se funden y se olvidan, e incluso ni salen a la luz, sobrevivir quince años en primera línea.


La prueba de lo que digo, a mi entender, está en el mentado  álbum, 'Further', en el que como escribía el viernes pasado en el Muévete, The Chemical se quitan del medio a la tropa de ilustres cantantes y colaboradores que últimamente rellenaban sus discos para darle al 'do-it yourself' a todo pulmón, como mandan los cánones de la electrónica doméstica. Y sacan a relucir más que nunca sonidos de viejos sintetizadores analógicos. Y cambian de registro y atmósferas en varios temas que los hacen irreconocibles. Y acuden a una pieza de 12 minutos, 'Escape Velocity', que, emulando el ruido de un bólido entrando en velocidad punta, algo así como si hubieran escrito su propio 'Autobahn' kraftwerktiano,  recoge esencias de antaño para poner patas arriba las pistas de baile. Y hasta cierran con una atmosférica y calmada pieza entre el pop y la cósmica alemana de los 70 en el álbum más sereno de su discografía, lo que no significa sin garra... Muchas armas  para seguir convenciendo, aunque se repitan. Secretos de la Química Electrónica.


Ah, como innovación, cada una de las ocho piezas se ha acompañado con su versión en vídeo. Aquí va la de 'Swoon', que no es lo mejor, pero resulta pegadiza y juguetona...


http://www.youtube.com/watch?v=CCp_3zw-CxA

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