Las magníficas flores de los calabacines

A su aire. Como dijimos la semana pasada, tenemos el huerto tan salvaje que ya dábamos muchas plantas por perdidas. Pero una de las virtudes de las especies hortelanas es la fuerza con la que se desarrollan. Entre las tomateras, han proliferado los calabacines, que suplen la falta de luz con larguísimos tallos de más de un metro y hojas enormes.


En medio de la maraña, han surgido las flores: unas son hembras y otras son macho. La de la fotografía es de género masculino, que algunos hortelanos se comen con un rebozado tipo tempura. Las flores hembra se distinguen porque no surgen de un tallo fino, sino de un brote que ya tiene la forma del calabacín. Si la flor recibe el polen masculino, ese calabacín se desarrollará, pero si no hay polinización acabará  secándose. Se trata de una hortaliza muy fértil, porque por su tamaño, colorido y la dulzura de su néctar, atrae a muchos insectos. Uno de los más habituales es la hormiga: un gran número de ellas pueden pasar un buen rato comiendo néctar y llevándolo al hormiguero. Incluso pueden hacer función de polinizadoras si van de flor en flor, aunque no es algo muy seguro.


Las cucurbitáceas (calabacín, pepino, calabaza...) requieren muchos nutrientes para desarrollar sus frutos. Ya veremos si de tanta flor conseguimos unos buenos calabacines.

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