¡Abran paso a nuestra calabaza!

Visita sorpresa. Creíamos estar plantando sandías y resultó que la calabaza tenía ganas de visitarnos. No es cuestión de magia, sino de un injerto que no salió bien. Los plantones de sandía que compramos estaban injertados en raíces de calabaza, una práctica bastante nueva y que se utiliza sobre todo para evitar enfermedades que afectan a las sandías en la raíz causadas por los hongos. El injerto se logra al meter un tallo de sandía dentro de la planta de calabaza, de modo que cicatrice y quede completamente unido. En estos casos, lo mejor hubiera sido haber quitado las hojas de calabaza cuando comenzaron a salir, pero nos hizo duelo y ahora tenemos un problema bastante gordo: ¿cómo vamos a mantener una planta tan enorme en un huerto urbano? En solo una semana, la planta ha crecido más de un metro y medio y todo indica que seguirá como una loca hasta que convierta la terraza en una selva.


Por ahora, hemos atado unos palos transversales a los postes que agarran a las tomateras, para que la calabaza siga creciendo sin afectar al resto del huerto. Da bastante pena cortarla, porque ya prepara su descomunales flores naranjas, que polinizan fácilmente y que en otoño darán paso al fruto. Las calabazas serán seguramente pequeñas, pero nuestros sobrinos disfrutarán con ellas en Halloween.

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