Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

Tarzán, el perro que anunciaba el HERALDO en el Arrabal

tarzan
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La verdad es que tenía varios títulos posibles para el artículo de hoy. "El perro que pedía el bozal", "¡Qué listo era Tarzán!", "El perro que sabía cuándo se publicaba el periódico"... En fin, para el 'menú' de hoy he elegido un texto protagonizado por un animal, lo que ya casi es un género periodístico en sí mismo (o lo era, más bien). Pero también el artículo, ya lo verán, despertará su nostalgia, porque retrata situaciones y conductas que, por desgracia, han desaparecido ya de nuestras calles. Y, sin más dilación, lean las aventuras de este Tarzán de cuatro patas. Las contaba Marcial Buj en marzo del 58:

Entre las repartidoras de HERALDO DE ARAGÓN -vaya a todas ellas mi saludo más afectuoso- hay una, la que lleva nuestro periódico a los suscriptores del castizo barrio del Arrabal, que ha sabido conquistar, dentro de su demarcación, vastísima, por cierto, una popularidad poco frecuente, Nos referimos a Carmen Gómez, que diariamente cumple su cometido acompañada del perro Tarzán, producto de un cruce de lobo y ratonera, popularísimo en aquel sector del otro lado del Ebro, que se ha convertido en un auténtico 'personaje' rabalero, mimado por todos.

Tarzán, canela oscuro, menudo, cariñoso y juguetón, inteligentísimo él, luce un flamante collar de doce cascabeles que es pregón, es anuncio de la llegada del HERALDO al Arrabal zaragozano. Cuando nuestros suscriptores y los no suscriptores oyen, en las primeras horas de la mañana, su alegre cascabeleo, dicen:

-Ya viene el HERALDO. Ya están ahí Tarzán y su compañera -que es como todos los llaman-.

Carmen, tan zaragozana y castiza como el 'Gancho' de su parroquia, nos dice, refiriéndose a su perro.

-Todos los días, a las cinco y media en punto de la mañana, viene a mi cama a despertarme. Es el mejor de los relojes. Muchos días le digo, malhumorada: "Calla, espera que den las seis". Me doy una vueltecita en la cama y a las seis vuelve a despertarme, esta vez con prisas...

-¿Eso ocurre diariamente?

-Todos los días, menos los lunes, claro, que no se publica el HERALDO.

-¿Y cómo sabe el perro...?

-No puede usted imaginar lo listo que es Tarzán.

Tarzán y su compañera salen de su casa de la calle de las Armas sobre las seis y cuarto, camino del periódico, siguiendo siempre el mismo itinerario. Al llegar a la calle del Requeté Aragonés, Tarzán se adelanta a la esquina de los porches del Paseo y saluda a su amiga la churrera. El perrito sabe que de aquel cesto saldrá un trocito de churro para él. Al llegar al HERALDO todos tienen una frase cariñosa para el perrito de los cascabeles. El 'cierre' es para Tarzán lo que Savoy para el más exigente de los gastrónomos. Parte de los almuerzos de Vicente Gracia y Albertico Praga pasan todas las mañanas al estómago del can ¡Y cómo los conoce!

Cuando Carmen le dice "Saluda a Alberto" es a éste y no a otro a quien lame. Cuando le dice "Un saludo para Vicente" jamás lo confunde con otro.

-Lo quieren todos mucho -nos dice Carmen-: empleados, repartidoras, vendedoras... Y en el Arrabal, no digamos... Sabe la carrera, calle por calle, mejor que yo. Va delante de mí, solo entra en los portales donde viven suscriptores del periódico y -¡pásmese!- sube las escaleras y con las patas llama en aquellas puertas donde debo dejar el ejemplar. Si, por ejemplo, pasa de largo por un segundo piso, es por que sabe que allí no viven suscriptores del HERALDO.

Tarzán es muy mimado en la barriada. Todos los días, al llegar al número 22 de la calle de Sobrarbe, el perrito se mete en la 'cafetería' que allí tiene instalada la portera del inmueble; una 'cafetería' sólo para Tarzán, donde le es servido café en un plato o malta en tiempos de escasez... Después, una señora de la calle de Pano le prepara otro banquete con las sobras de la cena...

Carmen, protectora y amante de los animales, hace su recorrido con un cortejo de perros. Son muchos los que salen a su encuentro en el barrio para darle los buenos días y acompañarla en el reparto. Lo hemos comprobado siguiendo a la repartidora por Sobrarbe hasta el campo de fútbol, por las calles de Ibor y Villacampa, por las de Domingo Agudo y Ricardo del Arco, por la plaza de San Gregorio...

Hemos visto a Tarzán y su compañera cruzar la vía férrea por la arboleda de Macanaz y llegar hasta el barrio de Ranillas. También aquí han salido los perros a 'saludar' a Carmen y a juguetear con el popular Cascabeles, que también llaman así al simpático can.

Cuando el reparto ha terminado en los Viveros López, cruzan la pasarela camino de la calle de las Armas pero antes...

-Este perro es algo extraordinario -nos dice Carmen-. Verán ustedes lo que hace al llegar al centro del puente.

Tarzán va delante de nosotros. En el centro mismo de la pasarela se para y nos espera.

-¿Saben ustedes por qué se ha parado?

-No.

-Ahora lo sabrán.

El perrito husmea, inquieto, en el bolso de Carmen.

-Pide que le ponga el bozo. Sabe perfectamente que vamos a entrar en zona peligrosa... Lo hace todos los días.

-¿Conoce la perrera?...

-Dos veces lo han cogido. Mire usted si la conocerá, que hace pocos días tuve que ir allí para un asunto y no hubo forma de hacer entrar a Tarzán. Me esperó en la calle.

-¿Lo vendería?

-¡Por nada del mundo! Tiene muchos 'novios' pero como si no. No hay dinero para comprarlo.

Carmen siente chifladura por los animales. Hace dos años, precisamente el día de Nochebuena, fue protagonista de un hecho muy elogiado. Nuestro querido don Pedro Arnal Cavero había publicado en HERALDO DE ARAGÓN un sentido artículo en el que reseñaba, como él sabe hacerlo, la conmovedora escena de cinco perritos recién nacidos que habían sido abandonados en la orilla del Ebro, frente a la Hospedería. El artículo llegó al corazón de nuestra repartidora quien, acompañada de otra señora de la calle Aguadores, y haciendo uso del pontón del popular Monterde, cruzaron el río y, en medio de una gran expectación -aquel pretil estaba lleno de curiosos-, realizaron la hazaña, peligrosa en extremo, de rescatar a los animalitos en el mismo momento que hacía su aparición la perrera, circunstancia ésta que fue causa de que el numeroso público congregado en las cercanías, que observaba las maniobras desde el pretil, se solidarizase con los tres navegantes del pontón...

Carmen cogió a tiempo a la perra y sus compañeros se encargaron de los cinco perritos y la familia perruna fue distribuida entre los muchos vecinos del Arrabal que lo solicitaron.

Tarzán y su compañera son popularísimos en el castizo barrio zaragozano del tío Jorge. Enviamos al perrito canela, que con su cascabeleo es pregón de la llegada de nuestro periódico al Arrabal, el más sabroso de los huesos...


Soy de los que creen que cualquier tiempo pasado fue peor, pero una época en la que había gente que se arriesgaba a un chapuzón en el Ebro por salvar a unos perritos, tuvo que tener su encanto, creo. Yo ni me acuerdo de la última vez que vi un perro suelto por la calle, pero fue hace muuuuuuuuchos años. Y lo de darle leche con malta en un plato al perro, la verdad, la verdad, solo lo he visto en el pueblo.


Y mañana...

El huracán de dos minutos que hizo descarrilar al tranvía

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