Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

Vino el Halley en 1910... y no pasó nada

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En 1910 muchos pensaban que se acercaba el fin del mundo. Pero lo que se acercaba, con puntualidad astronómica, era el cometa Halley. Pero aprovecharon para meter miedo y predecir catástrofes sin cuento. La verdad es que en Zaragoza la cosa se recibió con cierta chunga: cientos de personas tomaron la excusa del cometa y la utilizaron para trasnochar y divertirse un rato, sin que estuviera mal visto. Esto es lo que publicaba HERALDO el 19 de mayo, como crónica preñada de ironía, de la primera noche en la que, en teoría, se había podido ver al cometa atravesando el cielo:

Los sabios no acaban de ponerse de acuerdo en todo lo que se refiere al travieso Halley que nos trae de cabeza. Ahora resulta, según las afirmaciones del abate Moreux, director del observatorio de Bourges y astrónomo muy eminente, que hemos pasado a través de la cola hace muchas horas. Por una serie de combinaciones que serían muy largas de explicar, resulta que la cola cambia de dirección y, cuando estamos frente al núcleo, la cola ya va por delante. Si hemos de creer al abate Moreux, la Tierra atravesó la cola del cometa en la noche del 18 al 19 a las doce y cuarenta y seis minutos, ni un minuto más ni un minuto menos. Llevamos nosotros una velocidad de 72 kilómetros por segundo, y nos costó atravesar la cola la friolera de tres horas y 41 minutos. Y ya ven ustedes cómo no ha ocurrido nada.

El abate Moreux dice muy tranquilo que mientras la pobre humanidad tiembla de miedo, él se dedicará á respirar el aire puro pegado a su ecuatorial contemplando a Júpiter como si tal cosa. A estas fechas no sabemos a qué carta quedarnos. ¿Hemos atravesado o no hemos atravesado la cola?

Las gentes se echaron anoche a la calle nada más cenar y llenaron cafés, cines y teatros haciendo hora para asistir al choque tremendo entre la Tierra y el cometa de Halley. No se oía otra conversación que la del cometa, y algunos individuos tomaban tan en serio la apoteosis del globo, que se negaron a pagar el gasto, cargándolo a la cola.

A la salida de los teatros comenzó la expectación; los tranvías de Torrero y del Gállego circulaban describiendo sus órbitas respectivas y trasportando a las afueras a los futuros cadáveres. Aunque al anochecer había cesado la lluvia, el cielo no estaba sin nubes y solamente veíase lucir alguna pobre estrella solitaria en la luna empañada del firmamento. Esperando la hora fatal, se hacían chistes a granel y referíanse casos relacionados con el excéntrico Halley.

-Nosotras nos vamos al cementerio -decían unas chicas de buen ver- porque desde allí se domina todo el horizonte y, además, el choque nos cogerá cerca del nicho... como nos vamos a morir...

-¿De risa?

-No lo tomen ustedes a broma, porque quién sabe...

No eran solo las mujeres; hombres serios hablaban con cierta inquietud zozobrante, entre crédulos y escépticos.

-Miren ustedes -nos decía uno- podrá no ocurrir nada; ¿pero quién es capaz de asegurarlo?

-La ciencia.

-La ciencia a veces se engaña.

-Pero hoy las ciencias...

-Sí, sí; adelantan que es una barbaridad; ya lo sabemos.

-Pues entonces...

-Nada, hombre; el cometa es un ser inofensivo, a pesar de su 'longaminidad'.

Fue el puente de Piedra el sitio preferido por los espectadores para tomarle la cabellera al astro vagabundo. Dos horas antes de la señalada para su aparición, centenares de personas congregáronse

en aquellos molestos y lodosos parajes y, entre chungas y dimes y diretes, cada uno sacaba sus provisiones, ora en frío, ora en caliente, para irse bien preparado a la región sidérea.

Un guasón apuraba a tragos el vino de una calabaza longitudinal y, puesta en alto la vista, exclamaba restregándose los labios con la manga:

-No hay mejor telescopio que éste. Y acariciaba a la calabaza como un astrónomo contemplaría la ecuatorial enfilada hacia la bóveda celeste. Otro observador tuvo la mala idea de hacer sonar a la hora solemne del supuesto encontronazo, unos grandes esquilones de los que llevan las mansos en la dehesa, y comenzó a gritar como el maleta de marras:

-¡¡Que viene el jabonero!!

En fin, señores; que se pasó un buen rato y que esto del cometa debía repetirse.


¿Qué querría decir el autor del texto, que no lo firmó, con eso de 'longaminidad'?

Y eso es todo por hoy. Por motivos laborales tengo que dar 'vacaciones' al blog durante unos cuantos días. Espero volver pronto con ustedes.

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