Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

Y 'El Morretes' repartió millones en Zaragoza

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Pues sí, éste que ven en la foto es Manuel López Moreno, un recadero que a principios del siglo XX realizaba el servicio entre Zaragoza y Ariza, y al que todo el mundo conocía como 'El Morretes'. Él solo fue responsable de que cayera sobre la capital aragonesa y parte de la provincia una lluvia de millones (de pesetas, claro) en el Sorteo de Navidad de 1929. A ver si mañana los periódicos podemos publicar una crónica parecida a ésta, y referida a cualquier localidad o municipio aragonés:

Zaragoza fue ayer favorecida con el premio mayor de la Lotería de Navidad, suerte que no alcanzaba desde el año 1893, en que correspondió al número 31.892. Este año el número agraciado es el 53.453, vendido en Zaragoza, y

del que llevaban participaciones numerosísimas personas, en su mayoría de humilde condición, que han recibido el halago de la fortuna con las naturales manifestaciones de júbilo.

La noticia de que el 53.453 había sido premiado con los quince millones llegó a Zaragoza poco antes de las doce y media de la mañana. Inmediatamente fue escrito el número en la pizarra colocada en la fachada de la administración de este periódico, siendo acogida la aparición del Gordo con grandes aplausos por el numeroso público allí estacionado desde primeras horas de la mañana. Contemplando los números que hasta entonces había escritos en la pizarra del HERALDO se hallaban operarios de la fábrica de muebles Los Certales, llamados Salomón García, Isidoro Sierra y Octavio Forniés. Uno de ellos, al comenzar a escribir el empleado de nuestra Administración las primeras cifras del premio mayor, les dijo a sus compañeros:

-¡A que nos va a tocar el gordo!

La alegría de estos muchachos fue grande al observar que, en efecto, ellos resultaban favorecidos con una importante participación; per0, con gran naturalidad y sin entregarse a exageraciones de contento, penetraron en nuestra Administración, diciendo sencillamente:

-Nos ha tocado el Gordo. Trabajamos en la casa de Loscertales y entre todos los de la fábrica llevamos dos vigésimos.

Seguidamente se trasladaron a la calle de Santa Catalina, donde Marín Chivite obtuvo la fotografía que publicamos.

El público, como si tuviese el presentimiento de que iba a recibir una sorpresa grata, se estacionó durante la mañana, tanto en el centro como en los barrios, frente a las carteleras en que se anunciaban los premios. Ni el frío, ni la lluvia con ilustraciones de nieve le retiraron de su puesto. La 'bomba' del 'Gordo dispersó las reuniones para procurar encontrar a los agraciados. La noche, a pesar de la lluvia, fue bulliciosa. Se gastaron muchas bromas de amigo a amigo, lanzando nombres como de poseedores de alguna cantidad del número de los millones. Total que el que no ha resultado favorecido por la suerte ha procurado reirse mucho.

(...)

Acompañados de Emilio Gascón salimos al encuentro del afortunadísimo recadero. Viene en el mixto que tiene su llegada a la estación del Sepulcro a las seis y minutos, pero trae mucho retraso. 'El Morretes' tiene ya categoría. Le esperan en la estación, como a un personaje de relieve, periodistas, fotógrafos y curiosos, que se han asociado a aquella manifestación. Es verdad que tiene ya relieve suficiente. Un hombre que ha distribuido por aquella línea sus buenos diez vigésimos del gordo en pequeñas participaciones. Llega nuestro hombre tranquilo, con una cesta al brazo y unos capones. Son unos encargos que le han hecho a última hora. A pesar de todo no le preocupa la lotería.

-¡Emilio, que traigo quince bultos! -éstas son sus primeras palabras al ayudante que está con nosotros. Ya no le dejan en paz, apretones, abrazos; hay un muchacho joven, pequeño de estatura, que de un salto inverosímil le coge entre sus brazos y,  medio loco, le grita que le ha hecho rico, pues le han tocado treinta mil duros. Otro compañero suyo, de Plasencia, percibe seis mil duros. Se llama este último Jesús Escuer Trigo, peón de albañil de las obras de don Modesto López de nuestra ciudad. Su hermano Guillermo cobra otro tanto.

'El Morretes' puede desembarazarse del grupo. No le dejan andar, entre preguntas, abrazos y enhorabuenas. Tenemos que huir con él en un taxi junto a dos acompañantes fíeles que no le abandonan. En la casa de la plaza de Salamero nuevos abrazos y algazara. L0s fotógrafos impresionan unas placas, y Manuel López nos cuenta sus impresiones.

-¿Cuándo se ha enterado usted de que le ha caído el Gordo?

-Esta tarde yendo en el tren, antes de llegar a Ricla. 'Caramelitis', el vendedor de caramelos tan conocido en esta línea, se me ha 'acarrazao' para darme la noticia y las gracias, por ganar él 15.000 pesetas. Yo no lo he creído.

-Hombre, ¿por qué?

-Porque hace dos años me gastaron una broma haciéndome creer que me había tocado el Gordo. Pero este año me he tranquilizado cuando en Épila me han asegurado la noticia. Allí lo habían recibido por el HERALDO y por la radio, pero el  jefe de la estación, que también juega, pidió confirmación a Barcelona y Madrid, dándomela inmediatamente.

-Y usted, Manuel, ¿cuánto juega? -le preguntamos-.

-Poco, diez pesetas tan sólo, y lo que siento que el chico, 'casao' hace poco, no juega nada. He tenido la mar de compromisos a última hora y, aunque guardaba bastante más, me quedé tan solo con diez 'beatas'. Total 75.000 pesetas.

-¿Y usted recuerda a quiénes repartió los diez vigésimos?

-Está muy repartido en participaciones de dos pesetas. Llevan participaciones de dos pesetas los revisores don Manuel Tebar y don Antonio Sabater, el guardia civil don Cancio Dorado 4 pesetas, los vecinos de Épila Daniel Ramón y Leopoldo Adiego, la misma cantidad, el jefe de estación de esta villa, dos mozos de estación, los jefes de Salillas... En Ricla también juegan mucho. Repartí varios billetes, que no recuerdo, en Plasencia, lo mismo en toda la línea, en fin, hasta Ariza. ¡El que más juega es don Antonio Sarto, 50 pesetas...!

No podemos seguir nuestra información. Manuel López Moreno, con su cara satisfecha, optimista, no puede contestar a todos que le rodean. Allí continúa, a pesar de todo, 'en plan' de recadero, sin soltar los capones de la mano y con su gorra galoneada indicadora de su profesión. Y allí queda, entre familiares y amigos, este hombre afortunado, que ha tenido la dicha de repartir ese río de oro de los siete millones y medio de pesetas en nuestra ciudad y entre las estaciones del Campo del Sepulcro y la de Ariza, en su ir y venir cotidiano.


Pues eso, a ver si se pueden repetir hoy, también, estos versos que publicaba el popularísmo Mefisto:

¡Bien llegado a mi tierra Don Opulento

el que en 5 comienza y acaba en 3!

¡Bien venido ese Gordo, rico y contento,

que vistióse con traje de aragonés!

¡Bien llegado el castizo de los millones,

que acordóse de humildes en su tocar!

Que le trae las pesetas y los turrones

a quien tiene a diario que trabajar.


Y, ya sabe, si no resulta favorecido por suerte, al menos procure reirse mucho.

Y mañana...

Cuando los paveros venían a Zaragoza por Navidad

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