Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

El hombre que perdió la memoria en Zaragoza

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Pues sí, éste que ven en la foto fue el protagonista de una historia muy parecida a la del famoso 'hombre del piano', el joven que apareció aturdido y amnésico en una playa británica, y cuyo caso llenó páginas y páginas de los periódicos europeos en 2005. Al final el joven misterioso no lo era tanto.

En el caso del hombre aparecido en Zaragoza, parece ser que la memoria le fue volviendo, pero no he sabido encontrar en la hemeroteca el final de esta historia, si finalmente Luis Martínez logró reunirse con su familia y recordar qué le había pasado, o no. Quizá algún lector sepa algo. En cualquier caso, la entrevista, tal cual fue publicada en Heraldo, con cierta atmósfera de interrogatorio policial, decía así: 

-¿Nombre?

-Luis Martínez Pintor.

-¿Años?

-Cuarenta y siete.

-¿Dónde nació?

-En Linares, provincia de Jaén.

-¿Cuándo ingresó en el Hospital Provincial?

-No me acuerdo.

-¿Qué hacía en Zaragoza?

-No me acuerdo.

-¿Cuál es su profesión?

-Decorador.

-¿Con qué empresa trabajaba?

-No me acuerdo. No me acuerdo de nada.

Así comenzamos el diálogo con Luis Martínez Pintor, un hombre que lleva seis meses internado en el Hospital Provincial, donde no pueden darle de alta porque realmente no sabe quién es, ni de dónde vino, ni a dónde va. Está indocumentado y padece amnesia. Dicen que el nombre es lo último que se olvida. Puede ser. ¿Pero sabe alguien quién es este hombre? Es atento en el trato. Habla conscientemente. Desea, por encima de todo, encontrarse a sí mismo, reconstruir su pasado y volver a vivir como una persona normal. Ingresó en el Hospital Provincial el día 4 de noviembre de 1971, en estado inconsciente. Padecía neurosis. Su ficha de ingreso no puede ser mas lacónica:

"Luis Martínez Pintor; profesión: jornalero; natural de Linares (Jaén); hijo de José y Carmen; avisar, a nadie; estado, soltero". Luego nos ha dicho que está casado y es padre de cuatro hijos.

-A mi mujer, por lo menos, la dejé en Madrid.

-¿Dónde vivían?

-En la calle de Puerto de Canfranc, 23, primero derecha, en el barrio de Vallecas.

Estas señas las ha repetido más de una vez, durante su estancia en el hospital. Hasta el extremo de que han escrito a las mismas y las cartas han sido devueltas, tras estampar esta aclaración: "Señas desconocidas".

-Sé que mi madre está en Brasil.

-¿En qué parte de Brasil?

-En Sao Paulo.

También dice que su hermano vive en Madrid. Una de las monjas asegura que le han escrito y tampoco lo han podido localizar en las señas que dio Luis Martínez.

-Es posible que se haya marchado a Brasil, con mi padre -comenta este hombre que tenemos delante. Quiere encontrar una justificación lógica a todas las llamadas sin respuesta, a todas las interrogantes.

-El caso es que ya voy recordando bastante. En Madrid trabajé con Rocart, S. L., en la calle de Viña Virgen, 1.

-¿Y aquí, en Zaragoza?

-No me acuerdo.

-¿Dónde están sus cuatro hijos?

-Las chicas, que son tres, estudiaban en el colegio de los Desamparados, de Madrid. El chico estaba en Jerez de la Frontera.

-¿Recuerda el nombre de su esposa?

-Sí, Carmen Marín Garrido.

-¿Natural de Linares como usted?

-Ella nació en Úbeda.

-¿Por qué está indocumentado?

-No lo sé. No me explico cómo iba sin documentación. Había renovado recientemente el carnet de identidad.

-¿No puede recordar más datos sobre su familia?

-En Madrid, si no han cambiado las cosas, dejé a mi hermano y a mi esposa. Les agradecería mucho que me ayudaran a encontrar a mi familia; yo no sé dónde puedo localizarla.

En su mirada hay como un abismo de tristeza. Nos mira, en un intento supremo de querer llegar más allá de sus confusos recuerdos. Está curado. Tienen que darle de alta. Aparentemente es un hombre normal. Pero en su vida hay tremendas lagunas, que es necesario llenar. Lagunas de recuerdos, que han de servir para rehacer su vida. ¿Quién es realmente? ¿Cómo llegó a Zaragoza? ¿Dónde está su familia? Al cabo de seis meses de silencio, de seis meses sin recordar su pasado, es posible que sus familiares hayan pensado lo peor. Lo habrán buscado con angustia y desesperación. Quisiéramos -lo deseamos fervientemente- que nuestra conversación sirviera para abrir un resquicio de luz. Que su fotografía se haga presencia física para aquellos que han tratado o conocen a este hombre. Hay que anudar los eslabones sueltos para que Luis Martínez Pintor pueda volver a encontrarse a sí mismo.


Pues eso, un caso raro, sorprendente por la cantidad de datos que ofrecía y que luego resultaban equivocados. ¿Se acabaría resolviendo el misterio?


Y mañana...

Quince años preso en las cárceles soviéticas

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