Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

El mejor batería de Aragón se jubiló en El Plata sin ruido

bateria
bateria



Sé que algunos lectores se habrán echado las manos a la cabeza al leer que definía a don Luis como el mejor batería de Aragón. Pero ya que esto de la música no es como los Juegos Olímpicos, en donde todo se puede medir, ¿quién es el mejor batería sino el que ha hecho bailar y disfrutar a más gente? Bueno, ahora ya al margen de exageraciones, hoy le toca el turno a uno de esos personajes carismáticos que seguro están en el recuerdo de muchos zaragozanos. Del batería de El Plata se cuentan infinidad de anécdotas, curiosidades y chascarrillos (y espero que al final nos cuenten algunos). En noviembre del 73 se le entrevistó: se había jubilado diez días antes pero se fue de El Plata sin ruido y casi sin avisar.

Desde hace unos cinco años le conozco al Plata -el último de los cafés-cantantes españoles- ese ambiente suyo, inimitable y genial, de los sábados por la noche; esa mezcla disparatada de pueblerinos e intelectuales, viejos y jóvenes, desocupados, estudiantes y turistas extranjeros, que suelen sentarse atrás para disfrutar del doble espectáculo: las cantantes y la orquesta, por un lado; el resto del público, que llena la sala, por otro. En los años setenta que vivimos, Marga Castillo baila charlestones, y todas las noches los espectadores más jóvenes no dejan de pedir entre risas: ¡Que cante don Luis! ¡Que cante don Luis! Pero el treinta y uno del mes pasado, don Luis -don Luis Bascuas- se ha jubilado, y se aparta ya definitivamente de su batería, después de casi cincuenta años de rodar por las orquestas zaragozanas, los music-hall provincianos de vida efímera, las salas de fiestas, los cafés cantante...

-Don Luis, ¿cuándo empezó usted con esto de la música?

-Hombre, yo estoy en esto de toda la vida. Mi padre era ciego y músico; mis tres hermanos también son o han sido músicos y otros parientes... Toda la familia ha tenido contacto con la música de una forma o de otra. Yo a los doce años bailaba la jota; a los dieciocho ya le daba a la batería.

-¿Hizo estudios musicales?

-No, al principio no; luego ya exigieron más y hube de estudiar solfeo para poder seguir trabajando.

-Habrá viajado mucho, ¿no?

-¡Ya lo creo! He recorrido España; al extranjero no he salido, pero España de arriba abajo: Bilbao, Salamanca, Burgos, Cádiz, Granada, Melilla... Estuve en varias orquestas. He tocado en salas de fiestas, en cafés, bailes y he acompañado a cantantes conocidos.

-¿En qué orquestas ha estado?

-Primero estuve en una que formamos la familia, un cuarteto con mi padre y mis hermanos. En 1932 entré en la The Ariso-Jazz, que se disolvió en el año 36. Después formé parte del Quinteto Michigan;

tocábamos un repertorio variado: zarzuela moderna, rumbas, tangos..., los ritmos de moda, naturalmente.

Los tiempos de que nos habla don Luis son la época dorada de los músicos de su estilo: se viaja, se toca, hay trabajo y hasta se gana un poquitín de dinero; no mucho, claro. En aquel entonces, Zaragoza

tiene siete u ocho cafés-cantante, varias salas de baile y teatros de variedades. Todo ello supone orquestas, porque aún no se ha inventado la música enlatada en microsurcos.

-¿En qué locales de nuestra ciudad actuó usted, don Luis?

-Pues mire, estuve en La Bombilla, que era un café adonde iban las familias zaragozanas los domingos por la tarde. Después he pasado por infinidad de sitios: el Goya, que estaba en la calle Alfonso; el Avenida, el Café Español, el Alaska y luego también toqué en el Royal Concert, cuando aún se llamaba así, y en el Salón Oasis, que es el nombre que tiene ahora. Actué, asimismo, en las salas Capri, Elíseos; hacía suplencias en Cancela, en Corinto...

-¿Cuándo empezó a trabajar en el Plata?

-En el Plata estuve tocando ya en el año cuarenta y tantos -ahora no me acuerdo exactamente-, pero estuve una temporada y lo dejé. Más tarde volví otra vez para marcharme de nuevo; por fin, hará algo más de seis años, me quedé ya fijo de batería y cantante, hasta ahora que me he jubilado.

-Y lo de cantar, ¿era una cosa que ya hacía antes o empezó en el Plata?

—No, hacía ya mucho tiempo que yo cantaba. Cuando empecé a tocar no cantaba porque no había micrófonos, pero después me fui atreviendo con pasodobles, tangos, rancheras y, últimamente, canciones de actualidad; en el Plata cantaba el tema 'El padrino' y, entre otras muchas, una cumbia que se titula '¿Dónde vas Alfonso López?'; la gente se confundía y en lugar de 'Alfonso López' me decían 'Alfonso XII'. Además de cantar he hecho números cómicos, de vez en cuando.

Don Luis Bascuas -sesenta y seis años a sus espaldas- habla y habla con nostalgia de su vida de músico, encariñado con ella sin remedio. Me recuerda estos últimos tiempos suyos en el Plata: los turistas

que son llevados por los propios guías; el público de siempre, que pide canciones, las corea y se convierte en blanco de las furias semicómicas del batería-cantante. Finalmente me comenta el declive de las salas de fiesta, de los cafés musicales; malos tiempos para los viejos músicos. "Uno de mis hermanos -dice- estaba en Madrid. El otro día me dijeron que lo habían visto en un pueblo de Burgos tocando con una orquesta cómica taurina. ¡Hay que hacer a todo!". Y don Luis se ríe divertido un poco pícaramente.


Y ahora, el turno de los lectores. ¿Cómo era El Plata de los 70 y 80? ¿Qué es lo que más les sorprendió la primera vez que entraron? ¿Cómo lo recuerdan? ¿Pueden contar alguna anécdota o curiosidad? ¿Y don Luis? Y, por último, los que conocieron el de entonces y conocen el de ahora, ¿con cuál se quedan y por qué?


Y mañana...

El zorro que se convirtió en mascota de una gasolinera


La idea de pedir una calle para los montañeros Rabadá y Navarro ya ha conseguido más de 100 adhesiones. Para sumarse a ella, solo tiene que pinchar el enlace y dejar un comentario (su dirección de correo electrónico no aparecerá publicada).

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión