Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

DISCOTECA ABIERTA Nick Cave: "The Good Son"

No es que sea creyente, vamos, ni por el forro, pero Nick Cave es un forofo de los libros religiosos de todo tipo, desde los evangelios apócrifos a libros teológicos..., y, por supuesto, la Biblia, que, según ha confesado, acostumbra a leer todos los días... Insólitos rockeros.


"The Good Son" (1990) nació bajo este influjo religioso y en un tiempo de reflexión y regeneración física. A finales de los ochenta, estaba hecho polvo por los excesos pasados y por la dureza de la noche londinense. Remedio: marcharse a Brasil, romper con la mala vida y someterse a una cura de rehabilitación. Resultado: una larga estancia en Sao Paulo, un matrimonio, un hijo y este disco tan intenso como dramático, lleno de tersura y algún respingo de electricidad, el más sereno de su discografía, aunque con su inconfundible sello.


La apertura ya es bien significativa del espíritu del álbum y del lugar donde se grabó: "Foi na cruz", un canto de la iglesia evangelista que él adaptó a su peculiar manera de crooner oscuro. "Fue en la cruz, fue en la cruz que un día mis pecados castigados en Jesús...", empieza cantando en portugués para seguir en inglés en medio de unos ampulosos arreglos orquestales y con un guiño tremendo a Elvis cuando llega al rotundo verso 'Dream on till you can dream no more"... Momento sublime. Se cae el sombrajo de la emoción ante el crescendo y el recitado a lo Elvis más romántico. No por casualidad, ya en el álbum de versiones, "Kicking Against The Pricks", había abordado "In The Ghetto". Cave adora a Elvis como a Leonard Cohen.


Desde esta canción, que marca el ambiente general del disco, hasta el final, salvo el latigazo sincopado, epiléptico, de rock'n'roll que aporta "The Witness Song", todo son baladas dramáticas, con la voz más grave y profunda que nunca y con unas orquestaciones sublimes. El trío "Lucy",  "The Weeping Song" y especialmente "The Ship Song" es de categoría. Esta última, con una entrada de piano con precedente en "Something's Gotta Hold Of My Heart", del acaramelado Gene Pitney, e incluida en el citado "Kicking....", resulta estremecedora, amén de contener unos versos amorosos derretidores: "Venga, echa tus barcos a navegar a mi alrededor y derriba tus puentes, vamos a vivir una pequeña historia, chica".


Es la bestia domesticada, tras las brutalidades de Birthday Party y de la misma turbulencia de sus seis discos anteriores (siete, si se cuenta la banda sonora de "Ghosts... Of The Civil War"). Por la serena contención y la belleza domesticada de "The Good Son" corre el influjo de Leonard Cohen, Elvis y Scott Walker, amén de la religión en la temática, algo, por otra parte, avanzado en "Kicking...", donde hacía una versión de un gospel tradicional, y en el álbum "Your Funeral... My Trial", con cierta devoción bíblica.


En 1990, el australiano volvía regenerado -eso dicen- y en estado de gracia con esta peculiar lectura de la parábola de "El hijo pródigo". Se la acusó de "blanda", lo que era posible dada su asimetría sonora con el pasado, pero conformaba un disco imprescindible en la trayectoria de Nick Cave y sus Bad Seeds: drama, religión y baladismo místico se conjuntaban como nunca en una obra absolutamente emocionante. Cuatro años más tarde grabaría otra joya, "Let Love In", con la que se presentaría, en junio de 1994, en el teatro Principal de Zaragoza, pero esa es otra historia emocional más que dejo para otra ocasión.


Todo esto, más o menos, lo conté recientemente, en una larga conversación, a mis colegas del programa de la TV aragonesa "Click"  que han tenido la ocurrencia de crear una sección con el título de 'Matías somos todos', y así lo resumieron:


http://www.youtube.com/watch?v=O27J73BWyso

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