Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Beatles remasterizados: ¿arte o negocio?

¿Cambia, o va cambiar, en algo mi percepción y disfrute musical de los discos de Los Beatles con las trece reediciones remasterizadas que ayer se pusieron a la venta, como si de un acontecimiento planetario se tratara? Pues rotundamente, no. Los escuché por vez primera a través de la vieja radio de válvulas, luego en tocadiscos prestados, en un viejo magnetofón Geloso, ya más talludito, en sinfonolas y guateques y, con el dinerillo de mis primeros años de trabajo, en sus correspondientes vinilos. Tiempo más tarde llegó el CD y hasta las remasterizaciones: estas que ahora ocupan la atención tuvieron estupendos precedentes, en 1993, en los famosos dobles recopilatorios, 'el rojo' y 'el azul'. Los tengo pues bien trillados desde la primera vez que sonó en España el 'Twist & Shout', allá por 1964, y, por supuesto, copiosamente presentes en mis estanterías.


Ahora, escucho las nuevas rediciones del 'Help' y del 'Sgt. Pepper', uno viejo y otro más nuevo, comparo, reescucho, vuelvo a comparar... Sí, hay más nitidez, más brillo, más realce de los instrumentos, ese sitar de 'Within You' parece que te pega en la cara..., pero, con permiso y con todo mi respeto a mi amigo y expertísimo beatleniano Ricardo Gil, no encuentro argumentos contundentes y de mucho más peso que me obliguen a hacerme de nuevo con toda la colección. Me parecieron grandes y siguen siendo grandes: en vinilo, en remasterizado o a través de la vieja radio de válvulas. Por activa y por pasiva.


Claro, puede que ande ya con sordera senil y tenga que pasar un tiempo hasta que detecte esos viejos 'errores técnicos' ahora corregidos -un astuto 'gimmick' para vender el producto, no nos engañemos- y convencerme de que ese pase de balleta por los viejos masters en mono y estéreo, que durante cuatro años han hecho los ingenieros de la EMI, ha merecido la pena para volver a la tienda. Puede. Pero, aun así, nada de ello cambia, ni cambiará, mi percepción sobre la gran música beatleniana.


Quien seguramente sí la habrá cambiado (y mucho) habrá sido su discográfica: ahí es nada, con este nuevo filón para forrarse revendiendo lo mismo de antes. Maquillaje y marketing. Los más incautos y los fans irredentos y completistas, caerán (los discos vienen en fundas de cartón con nuevo material visual), también los nostálgicos de una era que, a medida que pasa el tiempo, se la mitifica más. Pero no quienes ya metieron a Los Beatles en su memoria con taco químico. Y es que no importa el soporte sino la esencia. Y en esto último, los de Liverpool siguen intactos, como siempre. ¿A qué te suena a ti esta nueva cirugía estética de la industria? ¿Dinero? ¿Arte? ¿Negocio? ¿Memoria? ¿Tecnología?

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