Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Chickenfoot, los últimos 'galácticos'

Con Florentino, serían 'grupos galácticos'. En su tiempo, eran simplemente 'supergrupos', que no era poco, reuniéndose, como se reunía, lo mejor de cada casa. Con cierta presunción, pero con no poca razón, el primero de ellos se autodenominó Cream. A saber: Jack Bruce, bajista, venía de Manfred Mann, los Bluesbreakers de John Mayall y la Graham Bond Organisation; Ginger Baker, batería, también de la Graham Bond, y Eric Clapton, guitarra de Yardbirds y los Bluesbreakers, ya era Dios.


Aquello ocurrió a mediados de los sesenta. A los Cream le siguió otra formación galáctica: Blind Faith. Y al mismo tiempo, otra más modesta, pero rompedora: Humble Pie. En su momento, estas formaciones de 'craks' causaron sensación, derramando tinta los periódicos para ahogarse.


Con mejor o peor fortuna, la fórmula sigue en pie. En los setenta, surgieron Bad Company, West, Bruce & Laing, Air Force, Cactus, Journey... En los ochenta, Asia, The Firm, Traveling Wilburys… Y, posteriormente, Audioslave, Velvet Revolver, A Perfect Circle, Broken Social Scene, Neurotic Outsiders, Temple Of The Dog, Raconteur… Un montón, vaya, que no se acaba.


La última incorporación, con disco en el mercado ya, recientemente editado, es Ckickenfoot. Un cuarteto sólido con tantas reminiscencias de los setenta que hasta le huele el aliento. Son: el cantante Sammy Hagar, con carrera en solitario y dentro de Van Halen y Montrose; Michael Anthony, bajista también de Van Halen; Chad Smith, batería de Red Hot Chili Peppers y el virtuoso y velocista de la seis cuerdas, Joe Satriani. Florentino hubiera pagado una buena pasta por los cuatro.


Su primer disco contiene once fornidas canciones de puro hard-rock, con la pirotecnia de Satriani y el desgarro de Hagar como marca, y una potencia de base imperturbable. Por decirlo de forma rápida, once canciones entre Led Zeppelin, Van Halen y AC/DC. Nada nuevo bajo el sol. Seguro. Pero con una rasmia y un clasicismo rockero más que evidente y punzante, como trasluce una de las mejores canciones del disco, “Sexy Little Thing”. A quien le vaya el poderío y el guitarrismo rockero, seguro que le encantará. Al final de esta entrada va el single: “Oh, Yeah”.


Eso sí, como espejea la historia a través de los 'supergrupos' precedentes, y como procede en montajes puramente artificiosos y pirotécnicos, y, más aún, con el consabido choque de egos, no durarán mucho. Pero mientras anden por ahí, el que pueda que le hinque el diente a este gran “muslo de pollo”. ¿Qué tal te sabe?


http://www.youtube.com/watch?v=KKkxxLEBwBo


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