Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

Un duelo a pistola en la arboleda de Macanaz

El episodio que traigo hoy al blog es relativamente conocido, aunque merece salir de los círculos eruditos. En octubre de 1906 Benigno Varela y Juan Pedro Barcelona, dos escritores aragoneses hasta poco antes amigos, acudieron a la arboleda de Macanaz dispuestos a batirse en duelo. Así lo contaba HERALDO el 9 de octubre:



En las primeras horas de la noche corrieron rumores de haberse verificado un encuentro en la arboleda de Macanaz, entre dos señores muy conocidos por la frecuencia con que aparecen escritos suyos en algunos periódicos. Los rumores acusaban extraordinaria gravedad. Uno de los contrincantes había sido herido de un balazo y su estado era en extremo alarmante. Como es natural, el suceso despertó curiosidad vivísima.

¿Qué había ocurrido?

A las cuatro de la tarde dirigíanse dos coches hacia la arboleda situada en el otro lado del Ebro. Supusieron muchos que aquellos señores iban a merendar en una finca que se encuentra cerca del lugar citado. Pero los que ocupaban ambos coches echaron pie a tierra bajo los árboles frondosos y, después de medir el terreno, preparar las armas convenientemente y dar lectura a un acta, se colocó en guardia a los contrincantes.

No cabía duda; iba a verificarse un duelo. De la lectura del acta se desprendía que el duelo era a pistola y a veinte pasos, cruzándose tres disparos.

Los contendientes fueron colocados a la distancia convenida y de espaldas, con la orden de girar a la voz de mando y hacer los primeros disparos simultáneamente. Todo dispuesto, se oyó un grito, una palmada y una detonación. Cayó herido uno de los contendientes y los testigos se precipitaron en su auxilio. Tenía un balazo con orificio de entrada en la espalda, en la región escapular derecha.

Dícese que un guarda de la arboleda acudió al oir la detonación, sorprendiendo a los duelistas. Se prestaron al herido los primeros cuidados, trasladándosele luego a su domicilio.

El hecho de tener el balazo en la espalda parece que promovió alguna controversia entre los padrinos de una y otra parte. Hemos oído que esta cuestión será puesta en claro cuando se reúnan suficientes elementos de juicio y se pueda puntualizar lo que realmente ocurrió en el instante del encuentro.

Tal ha sido el duelo, según lo cuenta el rumor público. Nosotros no podemos garantizar la exactitud del relato por lo difícil que resulta en estos casos la información directa.

Como sucede en la mayor parte de estos litigios donde se ventilan cuestiones de honor, el origen es de escasa importancia.

Parece que, en tono familiar y en el terreno de la confianza, el que hoy está herido gravemente comentó en tonos festivos la intervención de su contrario en un lance de honor que no llegó a verificarse.

Los comentarios fueron hechos ante la presencia del mismo ofendido, quien al pronto no se molestó, pero luego hubo de pedir explicaciones al que hasta entonces había sido su íntimo amigo. Mediaron otras personas para zanjar el conflicto satisfactoriamente, pero no pudo llegarse a un arreglo.

Planteada y resuelta una cuestión previa, no hubo más remedio que conducir a los enemigos al terreno de los caballeros. El desenlace ya lo han visto nuestros lectores.

Sin duda, algunas de las personas que por casualidad presenciaron el lance, dieron parte al juez de lo ocurrido y desde ese momento se hicieron públicos muchos detalles del duelo y los nombres de los protagonistas...

A las doce de la noche se presentó el juez de San Pablo, Sr. Cruces, en el domicilio del conocido propagandista federal D. Juan Pedro Barcelona. Este se encontraba en la cama y era el que había resultado herido de un balazo, en el duelo que nosotros hemos referido. La declaración del Sr. Barcelona fue breve. Su estado no consentía un amplio interrogatorio. Sin embargo, sus manifestaciones debieron ser interesantes.

En cuanto el juez terminó su misión dio órdenes de que fuera detenido inmediatamente D. Benigno Varela. Era el otro protagonista del lance.

Después de prestar declaración, se procedió al reconocimiento del Sr. Barcelona, por indicaciones del mismo juez.

No pudo verificarse el sondeo de la herida, que está situada entre la sexta y la séptima costilla y que interesa el pulmón. Su aspecto es alarmante. Los médicos, señores Olivar y Ariño, calificaron de grave la lesión y expuesta a sufrir complicaciones de trascendencia. Mañana se aplicarán los rayos X al Sr. Barcelona, para determinar el sitio exacto donde se encuentra la bala.

El domicilio del herido se vio anoche concurridísimo por buen número de amigos y correligionarios que acudieron a enterarse con mucho interés de la situación de la víctima del duelo.

Como decimos, fue detenido el Sr. Varela por las órdenes que dictó el Sr. Cruces, la policía está ignorante de todo lo ocurrido.

A la hora en que escribimos estas líneas se halla el juez tomando declaración al señor Varela en las oficinas de vigilancia.

El Sr. Varela se paseaba tranquilo por las calles momentos antes de ser detenido. Aparentaba no saber ni una palabra de lo que había ocurrido. Por las circunstancias especiales que han rodeado al hecho, este hará mucho ruido y dará origen a numerosos comentarios. Se aguardan aclaraciones oportunas que hagan luz sobre el asunto y acallen los rumores que a última hora se ejecutan.


Mala pinta tiene eso de participar en un duelo a pistola y resultar victorioso tras herir por la espalda a tu rival. Barcelona acabó muriendo quince días más tarde y Varela fue a prisión, donde solo estuvo poco más de un año. ¿Quién era mejor escritor? Ninguno de los dos es recordado hoy más que por los eruditos. Pero quizá Barcelona cuenta hoy con mayor reconocimiento, o al menos es más 'reivindicado'. 


Y mañana...

Las termitas, a punto de devorar el barrio de Delicias

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