>> Alegre. El acebo tiene la desgracia de haber sido elegido como planta navideña y por ello ha sufrido durante siglos una brutal cosecha. Afortunadamente, hoy en día es una especie protegida y está prohibida su recolección en los montes. Abunda en las zonas montañosas, sobre todo cerca de los barrancos y sus frutos rojos destacan sobremanera entre hayas y robles. Con este color, el acebo hace una llamada a los pájaros de la zona, para que distingan los frutos en medio del paisaje helado.

El acebo se ha relacionado con la Navidad desde la Edad Media, cuando los cristianos consideraron excesivamente pagano decorar la casa con muérdago, que era la costumbre hasta entonces. Así, la ramita de muérdago encima de puertas y ventanas pasó a ser la del acebo. El muérdago era sinónimo de fertilidad para los celtas y de ahí el juego de besar a la mujer con la que el hombre se cruzara bajo sus ramas. Al cambiar el muérdago por acebo, se mantuvo esta costumbre. Además, el cambio también transformó el aspecto estético de la Navidad. A partir de entonces, la combinación de rojo y verde fue el camino a seguir.