Las prímulas son las flores más populares del invierno y abundan en jardines y balcones. Sus flores, pequeñas y delicadas, soportan las heladas e incluso se conservan tras una buena nevada. Quizá ese "poder sobrenatural" dio pie a la creencia de que eran el puente para ver a los seres invisibles y, en especial, a las hadas. Los ingleses van aún más allá y afirman que estas plantas llevan a la clarividencia y dan poder sobre los espíritus, que revelan así dónde están escondidos los tesoros. Al respecto hay una leyenda sobre un agricultor que había logrado una vida de bienestar gracias a las ofrendas que hacía con flores de prímulas a tres árboles. Antes de morir, desveló el secreto a sus tres hijos. Dos de ellos, lo consideraron una locura y apenas hicieron caso, mientras que el pequeño mantuvo la tradición. Al cabo de los años, solo el que ponía los ramos de prímulas había tenido una vida afortunada.

También para el vigor sexual

Otros consideran a la prímula menos "viva-la-magia" y más "viva-la-pepa", porque los hay que aseguran que ayuda a mejorar el vigor sexual. Para ello, hay que unir las flores secas con ramos de menta y varias rosas y decir un largo ritual sobre Adán, Eva y la manzana. Por supuesto, esto hay que hacerlo mucho antes del acto amoroso, ya que de lo contrario es más que probable que la pareja se asuste tanto que haga la maleta y desaparezca para siempre.