Mercadillos de Zaragoza

La Policía confisca veinte contenedores de artículos ilegales en cada Rastro

Los agentes ejecutan batidas en el parquin Sur de la Expo en las que retiran todo tipo de mercancía de dudosa procedencia o salubridad.

Retirada de mercancía, este domingo
La Policía retira 20 contenedores de artículos ilegales en cada Rastro
I.M.

La Policía Local de Zaragoza destruye en cada edición del Rastro una veintena de contenedores –con una capacidad de 1.000 litros cada uno- llenos de artículos ilegales. Agentes de la Unidad de Protección Ambiental y Consumo (UPAC), acompañados por la Unidad de Apoyo Operativo (UAPO), llevan a cabo batidas conjuntas para retirar del mercado todo tipo de mercancía que se esté ofreciendo al público de manera ilícita.


Las operaciones, en las que colaboran los servicios de limpieza de la ciudad, se llevan a cabo en el parquin Sur de la Expo, junto a la Estación Intermodal, y tratan de evitar que aquellos vendedores que no cuentan con la licencia necesaria puedan hacer negocio con estos enseres.


En torno a las 5.00 de la madrugada de cada miércoles y domingo se instalan un centenar de personas junto al vallado que delimita por el sur el aparcamiento, y se ubican junto a los puestos que hace un tiempo se reunían en los aledaños de la plaza de toros.


Según la UPAC, estos individuos carecen de la licencia necesaria para la venta ambulante, y la mayoría de su mercancía “no cumple las garantías mínimas de salubridad”, por lo que es requisada.


Además, se incauta de aquellos productos de dudosa procedencia, o que muestran signos evidentes de haber sido robados: marcas, borrado de números de serie, ausencia de factura…


La variedad del género retirado abarca todo lo imaginable. Desde espadas, hasta altavoces, pasando por herramientas, fregaderos, o un sinfín de ropajes. Como explican los agentes, “muchos recogen ropa de la beneficencia y luego vienen aquí a venderla”.


Incluso se ofrecen alimentos, aunque de manera más discreta, ya que según explican fuentes policiales, “los guardan en las furgonetas para sacarlos cuando no estamos cerca”.


Quizá por esta presión policial, son pocos los que quieren hablar, pero hay quien da alguna explicación. “No creo que haya nada robado, la mayoría solo recogemos la chatarra que nadie quiere y la traemos aquí, por si alguien la necesita”, señala uno de los habituales de este mercadillo, que prefiere mantener el anonimato.


Sin embargo, y separados por tan solo por unos metros de distancia, los vendedores legales del mercadillo no opinan lo mismo. “Si nosotros pagamos licencia de venta, ¿por qué ellos no?”.