La ​calle Delicias, un referente comercial en horas bajas

La agrupación de comerciantes de la zona dice que el declive de la calle Delicias es “brutal”.

Suciedad junto a una de las terrazas de la C/Delicias esquina con la C/Borja
Suciedad junto a una de las terrazas de la C/Delicias esquina con la C/Borja
M.R.

El declive de la calle Delicias es “brutal”, así es como califican desde la Agrupación de Comerciantes de la calle Delicias y Adyacentes la situación actual de la que fue una de las zonas comerciales de referencia tanto en Zaragoza como en los pueblos de la periferia.


“El barrio está en una caída libre desde hace más o menos diez años”, explica David San Juan, presidente de la Agrupación. Mientras, desde la Asociación de Vecinos Manuel Viola achacan esta situación a la crisis que no solo ha hecho mella en Delicias sino también en otras zonas comerciales de Zaragoza.


La suciedad, el cambio de hábitos en la población, el precio de los alquileres y la irrupción de comercios de bajo coste son los principales problemas de una calle que cuenta con más de 200 locales comerciales.

Escasez de limpieza

“El problema de la limpieza es bastante grave”, comenta Sanjuán, quien asegura que la agrupación está manteniendo conversaciones para la instalación de contenedores soterrados en la calle para solucionar en gran medida el problema de la suciedad en la calle. “Los comerciantes sacan excesiva basura, y antes de que la puedan recoger los servicios de limpieza, la gente la desperdiga”, explica al tiempo que es consciente de que por la peatonalidad de la calle es imposible poner más contenedores para cubrir las necesidades de los comercios. Además, aseguran que no pueden contratar un servicio de limpieza privado con la recaudación de las cuotas de los asociados porque no podrían destinar dinero a ninguna otra actividad o servicio.


“Si la calle no está más sucia es porque el Ayuntamiento nos obliga a limpiar nuestro trozo de fachada”, cuenta Ana, dependienta de una tienda de moda para niños. “Nosotros dejamos la basura bien precintada en la puerta de la tienda, antes teníamos un contenedor de papel a la entrada de la calle Berenguer de Bardají y se lo llevaron más lejos”. Ana explica que cuando llega el cambio de temporada es inevitable generar grandes cantidades de residuos, que depositan correctamente pero después siempre hay quien la dispersa a patadas cuando cierran las tiendas.


Las quejas también se refieren a la suciedad que impregna la calle día a día. La mayoría de paseantes están de acuerdo en que hace falta un lavado de cara intensivo, aunque la Asociación de Vecinos mantiene que cada día pasan los servicios de limpieza y hay un barrendero fijo mañana y tarde. Los comerciantes sostienen, sin embargo, que el coche escoba no pasa todos los días, y que cuando lo hace lo único que consigue es extender la suciedad. 


“Está un poco cochina. Ha conocido momentos mejores”, explica Nines, propietaria de una tienda de moda que cuando limpia su trozo de calle dice sacar “el recogedor lleno de mugre”. “Hace meses y años que no veo pasar el coche de la limpieza”, sentencia.


En el tramo comprendido entre la calle de Caspe y la calle de Bélgica también se quejan de los jóvenes que se juntan al filo de la madrugada en la plaza del Jardín Vertical y que “esparcen todos los cartones y al día siguiente está toda llena de basuras". "Por la mañana al poner la terraza hay mucho que recoger”, explica la camarera de una conocida heladería y apunta que desde que lleva trabajando en esta calle desde hace 3 ó 4 años se ha notado un descenso importante de la afluencia y las ventas.


“La calle huele a excrementos”, comenta Bibiana, dependienta de una tienda low cost inaugurada recientemente: “Hace años limpiaban todos los días, ahora no".


Otro comerciante cuenta que también repasa el firme de su fachada “todos los días” y de los servicios de limpieza no tiene una gran opinión. Fernando, quien regenta una papelería en plena vía pide que se instalen más ceniceros y papeleras, ya que en su opinión se encuentran muy dispersas.


Los dos pasajes que intercalan la calle Delicias sufren el mismo problema, sobre todo el que anteriormente ocupó una oficina de Ibercaja: “Antes se hacía cargo la entidad, que lo limpiaba como parte del local, y lo cerraba por las noches. Cuando cerró se convirtió en una calle más y la suciedad comenzó a acumularse. No es lo mismo limpiar una baldosa que el pavimento exterior”, asegura Silvia, técnico de la Asociación de Vecinos, que también cuenta que el pasaje conocido como “el de los recreativos” se conserva en mejor estado de limpieza.

Menor calidad

Otra de las 'enfermedades' que sufre esta popular vía es la irrupción del comercio de bajo coste o 'low cost' que “se redujo con la crisis pero vuelve a repuntar”, según explica David San Juan, presidente de la Agrupación de Comerciantes.


“No vamos en contra de las tiendas que venden barato, pero no queremos que se conviertan en el cáncer del comercio tradicional”. Con la decadencia de la calle los comercios tradicionales comenzaron a echar la persiana y las tiendas 'low cost' empezaron a comerles el terreno: “El comercio de proximidad nos hace crecer”, reflexiona San Juan.


“La gente entra a comprar y nos pregunta si somos chinos”, cuenta Carmen quien lleva más de 15 años trabajando en la calle. “Quieren la calidad de toda la vida, la atención del pequeño comercio pero a precio reducido. Además antes la gente venía a comprar de propio de otros barrios o desde los pueblos cuando bajaban al Clínico, pero cuando se empezó a construir en las Esquinas del Psiquiátrico y se puso difícil aparcar en la zona, comenzamos a notar la bajada de la clientela”.


Fernando explica que las nuevas superficies también han influido en la caída de las ventas en la calle Delicias: “El concepto de compra ha cambiado, la gente acude a las grandes superficies donde llega, aparca y compra”.


Los comerciantes tienen una opinión casi unánime sobre la caída de ventas que algunos apuntan a un descenso de más del 50% de las ventas en los últimos años.


“La gente joven se marchó a la periferia a vivir y llegaron muchos inmigrantes”, explica Ana, ahora dependienta en una tienda de ropa barata que tuvo su propio comercio multimarca en la calle y que decidió cerrar por el descenso de ventas. Ana advierte que no volvería a instalar un comercio en la calle Delicias.


El precio de los alquileres se ha mantenido, aún así los comerciantes se quejan de que el volumen de ventas se ha visto sensiblemente disminuido. Actualmente más de una decena de comercios lucen el cartel de cerrado.