El mercado negro de la Universidad: trabajos de fin de grado a 500 euros

Licenciados en paro se ofrecen a realizar trabajos académicos. "Hay quien vive de esto", aseguran.

El mercado negro de la Universidad: trabajos de fin de grado a 500 euros
El mercado negro de la Universidad: trabajos de fin de grado a 500 euros
Ilustración: Víctor Meneses

'¿Estás agobiado con tu carrera, Máster o Doctorado? Hoy puede ser el día que tu suerte cambie. Se realizan trabajos, prácticas y proyectos fin de grado'. Así rezaba esta semana un anuncio real en internet. Y no es, ni mucho menos, el único. Neutralizados los plagios de copia y pega, la universidad es ahora el escenario de un activo mercado negro de compra de trabajos académicos. No es un fenómeno nuevo, pero el paro y las exigencias del Plan Bolonia lo han multiplicado.


Así lo cree Lara -nombre ficticio para asegurar su confidencialidad-, una joven zaragozana de 26 años, licenciada en Historia del Arte, que consigue “unos ingresos extra” realizando este tipo de encargos. “Hoy en día, estudiar un grado es caro, así que quien lo hace, o sus padres, tienen ciertos recursos para contratarnos en lugar de hacerlo ellos. Además -continúa-, cada vez hay más gente mayor con trabajo que intenta sacarse una carrera y no llega a todo”.


Porque si algo trajo consigo el Plan Bolonia fue una participación más activa por parte de los alumnos. “Ahora tienen que presentar trabajos en todas las asignaturas todos los cuatrimestres”, apunta Lara. Ella misma está cursando un máster, y dado su alto coste, ha encontrado un importante mercado con el que poder sufragarlo aunque sea en parte.


Para ello, solo ha tenido que colgar varios anuncios en internet. “Los cuelgo en páginas de intercambio, siempre en la sección de clases particulares, y especifico que me ofrezco para hacer trabajos del área de Humanidades, que es lo que controlo”, señala. En este tipo de webs, el primer contacto no es directo, sino a través del propio portal. Una vez que se ha llegado a un principio de acuerdo con el interesado, la conversación pasa al correo electrónico o al 'whatsapp'.


“Le pido datos como la fecha de entrega, el tema del trabajo, el número de páginas que necesita y la bibliografía que quiere que aparezca”, explica Lara. “Si es corto, cobro la mitad de lo acordado por adelantado, y si es largo, lo dividimos en partes y me van pagando conforme se las paso, así yo me aseguro de cobrar y ellos de que lo que les entrego es lo que buscaban”, relata.


¿Y el precio? Lara cobra 6 euros por página - “son textos universitarios, exigen mucho tiempo y preparación”, justifica- y algunos superan las cien. “Me piden muchos trabajos de fin de grado y de fin de máster, aunque no los acepto todos porque exigen mucha dedicación. Es mejor hacer muchos y pequeños que uno grande”, indica.


Lo mismo opina Alba (nombre ficticio), otra joven zaragozana que ofrece sus servicios de redacción en la capital aragonesa a 5 euros por página. En su caso, al ser recién graduada en Relaciones Laborales, está especializada en temas sindicales, económicos, de Derecho... “Lo que más me piden es resolver casos prácticos, hacer balances y algún trabajo de fin de carrera, que se cobran más caros por ser más difíciles, pero te encuentras de todo, hasta pasar a limpio apuntes de clase tomados a mano”, asegura.


Incluso ha recibido encargos de otras comunidades. “Hace poco hice uno para un funcionario de Madrid. Necesitaba una carrera para promocionar y se la estaba sacando poco a poco. Haciendo todo por email no hace falta ser de la misma ciudad”, cuenta. “No es el trabajo ideal y a mi no me da para sobrevivir porque hago otras cosas, pero hay gente que vive de esto porque se dedica en exclusiva”, sentencia.

Difícil control

Pero más allá de la oportunidad que supone para estas jóvenes de ganar un dinero extra, esta actividad pone en entredicho la obtención de titulaciones de no pocos alumnos. Un fraude difícil de evitar por las autoridades académicas, cuando prácticamente habían ganado la batalla a los plagios de copia y pega. El uso de determinados programas informáticos permite detectar qué porcentaje del trabajo entregado es propio o directamente replicado de otros ya presentados.


Otro frente abierto en el que lucha la Universidad de Zaragoza, por ejemplo, es el de los alumnos que copian en los exámenes. Para ello, se han ido reforzando los mecanismos de control, como un nuevo reglamento que dio más poderes a los profesores, o la instalación de inhibidores de frecuencia en la facultad de Derecho que bloquearan el uso de móviles o pinganillos.