La DPZ combate el silencio sobre la Guerra Civil con un homenaje a sus 14 víctimas

La institución tenía como finalidad recuperar la dignidad moral de los asesinados.

La Diputación Provincial de Zaragoza ha celebrado un emotivo homenaje a las catorce víctimas que en esa institución dejó la Guerra Civil (ocho diputados y seis funcionarios), con la finalidad de combatir el silencio en torno a esa contienda y recuperar la dignidad moral de los asesinados.


Los catorce nombres quedarán plasmados ya para siempre en una placa, elaborada en cerámica de Muel, que se instalará en el jardín del Palacio de Sástago y que servirá como póstuma reparación moral de los asesinados, que perdieron la vida "sin otra justificación que defender las ideas en las que creían", ha dicho el presidente de la institución provincial, Luis María Beamonte.


Manuel Pérez, Antonio Plano, Bernardo Aladrén, Joaquín Borao, Fermín Corella, Enrique Mínguez, Antonio Ruiz y Jenaro Sánchez eran diputados provinciales en 1936 y fueron asesinados ese año por las fuerzas sublevadas, junto a otros seis funcionarios de la diputación: Nicolás Artal, Mariano Belber, Prudencio Bueno, Celestino González, Manuel Hormigó y Manuel Lacruz.


Es "importante" conocer el pasado para no repetir sus errores, ha enfatizado Beamonte, quien ha insistido en la necesidad de defender la memoria de las víctimas porque sobre su sufrimiento "se cimentan" los valores actuales de tolerancia, respeto y consenso.


Dejar constancia del recuerdo de víctimas como estas catorce, ha añadido, es "el mejor legado" que se puede conceder a las generaciones futuras, para que tengan presente "la necesidad de vivir en paz".


Durante el acto, el historiador Julián Casanova ha dado su visión de lo que aconteció en la DPZ cuando estalló la contienda tras la sublevación militar, que después de tres años de Guerra Civil dio paso a cuarenta de dictadura, un régimen "que intentó imponer una visión histórica que legitimara el golpe de Estado" a base de censura y persecución, ha explicado.


Cuarenta años después del fin de la dictadura, ha insistido, el Estado democrático debe tomar decisiones sobre las políticas públicas de memoria y educación, porque la sociedad, y sobre todo sus jóvenes, necesitan conocer su pasado.


Ha lamentado que aún haya personas que prefieran "estimular la ignorancia", pero también se ha mostrado convencido de que el "olvido oficial nunca hará desaparecer el recuerdo de las víctimas" que quedaron en las cunetas de las carreteras, las riberas de los ríos o las tapias de los cementerios.


No obstante, Casanova ha reconocido que tras un siglo XX que dejó en Europa, entre 1914 y 1945, ochenta millones de muertes por violencia, "ningún país ha encontrado la fórmula para borrar este pasado traumático".


La herida estará presente en muchas familias "mientras no se averigüe el paradero" de sus desaparecidos, ha asegurado.

Las víctimas, como las que hoy se han recordado, ha agregado el profesor, son "el rostro visible de una historia que la democracia no puede olvidar".


Y el silencio y la falsedad histórica deben combatirse, ha propuesto, con adecuados actos de gestión de la memoria, con archivos y museos y con educación, y así "convertir el pasado en lecciones para el presente" para las futuras generaciones.


"No se juzga al pasado solo para condenar o castigar, sino para aprender de él", ha concluido.


Durante el transcurso del acto, la banda provincial de la DPZ ha interpretado las piezas 'Adagio para saxo soprano', de Benedetto Marcello, y 'Siciliana', de Juan Bautista Pergolesi.


La iniciativa para realizar este acto de homenaje partió de la Plataforma Aragonesa por la Memoria Democrática, y obtuvo después el respaldo de todos los grupos políticos de la institución provincial.