«Lo mejor de viajar es la gente que conoces»

El zaragozano Jorge Adiego acaba de volver de dar la vuelta al mundo después de recorrer veinte países en un viaje de 242 días

Jorge Adiego, delante del globo terráqueo gigante de la plaza del Pilar.
«Lo mejor de viajar es la gente que conoces»
Guillermo Mestre

Jorge Adiego es un zaragozano que lleva la aventura en la sangre. Acaba de volver a casa después de dar la vuelta al globo después de 242 días de odisea y haber pasado por veinte países distintos. Y por volver a casa se entiende a la capital aragonesa, porque para hacer este gran viaje vendió su piso y se desprendió de la hipoteca.


Además de ese «pellizquito», tal y como lo llama Jorge, lo segundo que le permite irse a casi cualquier rincón del mundo y tener un sitio acogedor donde dormir, es tener amigos en todos lados. Allá donde va, hace nuevas amistades, o tiene conocidos de venidas anteriores. «Yo viajo para conocer personas nuevas, más que por visitar determinados lugares». «En otro viaje anterior, en Etiopía conocí a tres chicas argentinas, que estaban ahí de voluntarias. Nos hicimos amigos y eso me permitió hacer escala en Argentina durante mi vuelta».


Jorge se traslada en avión de un país a otro, pero se hospeda durante varias semanas en un mismo lugar para mezclarse entre los habitantes, su cultura y su gastronomía. Confiesa que se siente muy cercano a los argentinos por su hospitalidad, pero su destino número uno, ahora mismo para irse a vivir, sería China. «En ese país coexisten muchos dialectos, es imposible saberlos todos. Por eso, en las entrevistas de trabajo te piden que controles el inglés. En ese sentido no tendría problema».


Viajar tanto permite conocer otras culturas y otras maneras de pensar y tomarse la vida. «Me sorprendieron dos pueblos: los asiáticos y los neozelandeses. Los primeros por su tranquilidad y amabilidad. Los segundos, negativamente en cierta manera, por su frialdad y falta de pasión cotidiana. Nueva Zelanda es un país demasiado tranquilo, muy bucólico, donde hay playas y montañas para ti solo. Una amiga neozelandesa me recomendó que leyera el libro ‘The Passionless People’ (‘La gente sin pasión’) para poder entenderles».


Jorge cuenta que hay más personas que están dispuestas a acoger viajeros en su casa de las que se puede pensar en un primer momento. «Existe esa mentalidad de asociar a un viajero con un forastero peligroso, pero tiene poco que ver con la realidad. A un viajero se le ve como un chico débil, vulnerable, que no conoce a nadie, no sabe hablar el idioma y desconoce las costumbres. Pero por otro lado, el autóctono tampoco sabe nada de esa persona. Al acogerle, ambos salen ganando al intercambiar experiencias».El fútbol como vínculo

Cuando se aterriza en un país extranjero, lo más frecuente que uno oye es ‘¿De dónde eres?’. «Cuando respondes que eres de España, la gente pregunta si eres de Madrid o Barcelona. Se quedan muy extrañados cuando les dices que eres de Zaragoza. Pocos saben dónde queda. Pero en una ocasión, en un pueblo iraní, cerca de Masuleh, un hombre me preguntó que qué tal iba el Real Zaragoza. ¡Qué gracia me hizo! Se me cayó un lagrimón. Que un alemán o un británico sepa de la existencia de nuestro equipo de fútbol, lo veo normal, pero en un lugar tan remoto... ese hombre se merecía un abrazo». Jorge confiesa ser bastante futbolero, y ni el ‘jetlag’ puede quitarle la preocupación cuando el equipo atraviesa alguna mala racha.