El Gancho intenta recuperar la normalidad tras un día de angustia con un trágico final

La Policía continúa en el local en el que se suicidó Luis Pedro R.G. en la tarde de este martes.

Varios policías, este miércoles en el lugar del suceso
El Gancho intenta recuperar la normalidad tras un día de angustia con un trágico final

En la calle La Salina, sigue sin ser un día normal. Las 20 horas de angustia pasadas este martes por el atrincheramiento y posterior suicidio de Luis Pedro en el bar Maxi 2 son el único tema de conversación de los vecinos, que se mostraban "sorprendidos" por el hecho.


Rubén Martínez trabaja en la administración de lotería que se encuentra junto al bar. Este martes no pudo entrar en ningún momento en el local, ya que se encontraba en el epicentro del movimiento policial. "Desde luego, esto no pasa todos los días ni todos los años", reconoce. Alguna vez había pasado por el bar, pero no conocía al hombre y asegura que "no se sospechaba" que pudiera ocurrir algo así.


En la fila de su negocio se encuentra Marga, una vecina de la calle. Fue una de las primeras en conocer lo que estaba ocurriendo, ya que su hijo volvió este lunes a las 23.00 a casa, pero no pudo llegar hasta la puerta, puesto que se lo impidió la Policía desplegada en la zona. "Estaban detrás de los coches, pero no se oía nada", asegura. No fue hasta las 2.30 cuando le permitieron acceder a su domicilio, acompañado de dos agentes. 


Ella asegura que desde su casa podía escuchar las conversaciones entre el atrincherado y el mediador. "Al principio estaba más agresivo y no quería hablar". Tanto ella como María Pilar, otra vecina, alaban la actuación de la Policía. "Tuvieron mucha paciencia", indican. Ambas conocían la existencia del bar, pero nunca habían entrado. "Solía estar medio vacío", explican.


La calle La Salina no fue la única afectada por el cordón policial este martes, que se extendía por las calles Santa Lucía y Cereros. En esta última tiene su negocio de estética Laura de la Hoya, quien se mostraba apenada por el final de los hechos. Ella supo del dispositivo cuando llegó a su trabajo, sobre las 9.30 y permaneció allí durante buena parte del día. Mientras esperaba a que se resolviese la situación, conoció la historia de otras personas. "Había una pareja que llevaba en la calle desde la 1.00, porque volvían de una cena y ya no les dejaron pasar. A otros al final se lo permitieron porque insistieron mucho e iban con un bebé", recuerda.


Ella tampoco pudo acceder en ningún momento. "Ha supuesto un perjuicio, porque no pudimos atender las llamadas y no está la cosa como para cerrar", explica. Ella ya se ha puesto en contacto con su seguro para saber si podrá recibir una compensación económica, aunque todavía no ha recibido respuesta.