“Venir es bueno para el parque y para las ovejas”

Unos 450 ejemplares acuden varias veces al año al Parque del Agua a pastar, en especial en el soto.

Las ovejas pastan en el soto del río
“Venir es bueno para el parque y para las ovejas”
S.A.C.

Es una estampa bucólica que sigue sorprendiendo a los zaragozanos. Sin salir de la ciudad, en el Parque del Agua, estos días se puede ver pastar a ovejas y dos burros.


El rebaño de Luis Antorán acude varias veces al año hasta el soto del Parque del Agua para alimentarse de sus hierbas. "Solemos venir en mayo, por estas fechas y en octubre o noviembre", explica.


Normalmente, los animales viven cerca del parque. "Estamos justo enfrente, el paseo nos cuesta una hora o dos", indica Antorán. Desde principios de mes y hasta la semana que viene, los animales no volverán a su corral, sino que dormirán en un pasto eléctrico, para evitar que se escapen.


Desde las 9.00 y hasta mediodía realizan su paseo matutino, que suele centrarse en el soto del río, aunque a veces también se acercan a alguna arboleda, a petición de los responsables del Parque. De 16.00 a 21.00 toca el segundo turno.


El encargado de acompañarlas es su pastor, José Pellejero. "Es el quinto año que venimos", recuerda. Las ovejas volverán el año que viene, pero no con él, que se jubila a finales de este mes después de toda una vida junto a estos animales.


Los paseantes habituales del parque están divididos por la presencia de estos visitantes lanudos, según reconoce Antorán. "Hay a quien le gusta verlos y a quien le molesta, porque no pueden correr con los perros o porque manchan".


Sin embargo, los 'regalos' que dejan las ovejas benefician a la naturaleza, ya que sirven de abono. Desde el Ayuntamiento cifran en 6.000 euros el ahorro por utilizarlos en el mantenimiento del Parque del Agua, ya que también evitan tener que cortar la hierba. “Venir es bueno para el parque y para las ovejas”, asegura su dueño.


También para los niños que pasean por el parque. Para muchos, es la primera vez que ven ovejas. Es el caso de la pequeña Valeria, de tres años, que paseaba con su abuela, Mari Cruz Marco. La niña se mostraba en un principio algo asustada. "Son muy grandes", aseguraba mirando con los ojos muy abiertos al rebaño. "No sé cuánto tiempo hacía que no veía ovejas", reconocía Mari Cruz.