La inauguración del Caixaforum subraya la dejadez de su entorno

Al nuevo icono de la ciudad le espera un largo trayecto rodeado de solares, proyectos sin ejecutar y edificios por derribar.

Entorno del Caixaforum de Zaragoza
Caixaforum: un faro sin costa

Llega el Caixaforum a Zaragoza. Un destello entre tanta oscuridad tras varios años de apagón cultural en la ciudad como consecuencia de la crisis, que se ha llevado por delante los grandes proyectos, el apoyo económico a los artistas, los Festivales del Ebro... De ahí que el desembarco de uno de los mayores referentes a nivel nacional no sea cuestión menor.


Gracias a la entidad bancaria, la capital aragonesa recibirá buena parte de las mejores exposiciones, catálogos, actividades y talleres que circulan por el territorio español. Y lo hará en un nuevo edificio, firma de la arquitecta Carme Pinós, que ha permitido a los políticos desempolvar las tijeras para cortar la tradicional cinta de inauguración.


La última de relevancia fue el Centro de Arte y Tecnología (CAT), en el entorno de la Estación Intermodal de Delicas, pero aunque sus puertas ya están abiertas, la actividad en su interior todavía queda muy lejos de su potencial real. De ahí que la propuesta del Caixaforum sea uno de los últimos cabos que tiene la ciudad para agarrarse y no perder el ritmo de desarrollo, no solo cultural, sino también urbanístico.


Porque el nuevo edificio se sitúa en uno de las zonas con mayores posibilidades de Zaragoza, pero con un futuro más borroso. Cierto es que la llegada de un Caixaforum a una ciudad suele ir ligado a una dinamización y recuperación de espacios perdidos, como la antigua fábrica textil Casaramona en Barcelona, o la antigua Central Eléctrica del Mediodía, en pleno paseo del Prado de Madrid. Pero también lo es que ninguno abrió sus puertas en medio de unas dificultades económicas como las actuales.


El propio alcalde de la capital aragonesa, Juan Alberto Belloch, es consciente de la oportunidad que supone esta obra para impulsar la zona del Portillo, y apuesta por "hacer todo lo posible" para conseguir un entorno acorde con el nuevo edificio. Sin embargo, tampoco se le escapa que el Ayuntamiento, poco puede hacer.


Entorno ferroviario

Poco, al menos, en los terrenos donde hasta hace unos años daba servicio la Estación del Portillo. La llegada del AVE a la capital aragonesa permitió clausurarla -a cambio de la Intermodal-, cubrir las vías, cerrar cicatrices entre las Delicias y el Centro y habilitar una futura gran zona verde. Ya en la inauguración del nuevo edificio Belloch abogó por demoler cuanto antes la antigua estación, propiedad de ADIF.


De momento, y pese a su valor nostálgico para los ciudadanos, su presencia afea el entorno, tanto del Caixaforum como de la nueva estación de cercanías. De hecho, el acceso a esta última ha sido vallado, creando un corredor para los viajeros que les conecta con las calles aledañas, donde se han plantado un buen puñado de árboles con el fin de tapar los solares y espacios abandonados, en algunos casos llenos de maleza.


Además, se ha construido un paso que une a los vecinos de la avenida de Anselmo Clavé y de la calle Escoriaza y Fabro. La obra ha sido financiada por la Caixa como parte del proyecto de implantación en el Portillo y celebrada por los residentes de la zona.


Sin embargo, una mala noticia se conocía esta misma semana. El Hotel NH Orús, en la misma calle Escoriaza y Fabro, cerrará esta semana tras anunciar que no renovará el contrato de arrendamiento que tenía con la propiedad del emblemático edificio, construido en 1913 como sede de la fábrica de Chocolates Orús. Ahora se abre la incógnita de qué se hará con este espacio.


Largas contiendas

En esta breve panorámica del entorno del Portillo aparecen varios conflictos encallados que pueden prolongar en el tiempo la revitalización de la zona. Uno de ellos, de actualidad estos meses, tiene que ver con Averly.


La intención del Consistorio zaragozano de derribar la antigua fundición para levantar viviendas se ha topado con la oposición de vecinos y de colectivos como Apudepa, así como de la propia Fiscalía General del Estado que paralizó la licencia.


Unos metros más adelante, en la misma acera, es el edificio del antiguo Café Madrid el que sigue sin vida. El pasado mes de febrero, un informe de Urbanismo detectó "graves deficiencias" en la fachada y exigió a los propietarios del inmueble "medidas urgentes" ante la caída de cascotes a la acera que podían suponer un peligro para los peatones.


Aunque para largo retraso el que acumula el túnel de la A-68. Esta obra, en principio concluida en 2007 con la vista puesta en la Expo del año siguiente, sigue sin uso desde entonces tras una inversión inicial de 34,1 millones de euros.


La semana pasada, el secretario de Estado de Infraestructuras, Transporte y Vivienda, Rafael Catalá, reconoció que de momento no se puede terminar el túnel de la A-68 en Zaragoza por falta de recursos presupuestarios.


Hasta la fecha no se ha podido poner en servicio porque quedan por completar elementos de seguridad, del sistema de suministro de energía, de alumbrado, del control del aire, de la ventilación y de detección y extinción de incendios. Unos trabajos presupuestados en casi 23 millones de euros que, en estos momentos, y como otras tantas actuaciones del entorno del nuevo Caixaforum, "no es posible llevar a cabo".