Un juez y fiscales de la Audiencia Nacional analizarán el encuentro de Madariaga con Kepa Picabea

Han recibido la transcripción del diálogo en la prisión de Zaballa entre el guardia civil aragonés víctima de atentado y el exetarra.

Miguel Ángel Madariaga
Piden reabrir el caso del atentado contra el aragonés Madariaga en 1979
ASIER ALCORTA

A casi dos meses del encuentro entre el excomandante aragonés de la Guardia Civil Miguel Ángel Madariaga y el exetarra Kepa Picabea en la prisión de Zaballa (Álava), el contenido de esa conversación se ha transcrito y enviado a la Fiscalía de la Audiencia Nacional y al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria. El director de la prisión, Juan Antonio Zárate, facilitó la transcripción la cinta de la reunión grabada el pasado 26 de marzo en una sala de la prisión en la que estuvo él mismo junto al interno y la víctima.


En este encuentro, Picabea se desdijo de lo que declaró en una carta al juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu hace un año y medio (tras negarse a declarar) y en la entrevista reconoció que era miembro del comando Adarra, que cometió el atentado en el cuartel de la Guardia Civil en Andoain en febrero de 1979. En el ametrallamiento murió un guardia civil y Miguel Ángel Madariaga quedó con graves secuelas en todo el cuerpo (todavía tiene alojada una bala).


El juez José Luis Castro, titular del Juzgado Central de la Vigilancia Penitenciaria, tiene sobre la mesa la petición del tercer grado para el exetarra Picabea y autorizó la entrevista de la víctima con él, después de recibir a Madariaga en la Ciudad de la Justicia en el pasado mes de febrero.


El abogado de Picabea ha insistido en el juzgado en la petición del tercer grado, y el magistrado tiene que decidirlo tras comprobar los términos en los que se mantuvo la entrevista. El juez valorará si el interno ha colaborado con la Justicia en la conversación con la víctima.

Llevar armas del comando

Madariaga preguntó a Picabea si conocía a los miembros del comando Adarra y citó a los cinco (él incluido) de memoria (Juan María Oyarbide, Francisco Javier Lujambio, Agustín Arregui Perurena y José María Aramburu Lete). Pero al requerirle cuál era su papel en ese comando, el exetarra contestó que se dedicaba a «llevar armas a Francia», aprovechando que su padre era contrabandista. Negó haber participado en el atentado y señaló que trabajaba en Orona, una empresa de ascensores en Hernani (el atentado fue a las 19.15 del 3 de febrero).


La transcripción de la entrevista se ha remitido esta semana a la Fiscalía de la Audiencia Nacional para que determine si se reabre el caso de Madariaga (el juez Andreu lo archivó en marzo de 2013 después de abrirlo en noviembre de 2012). Sobre el atentado del excomandante aragonés, el interno se negó a declarar cuando lo citaron por videconferencia («por pereza», confesó él mismo) y luego se disculpó enviando una carta al juez Andreu (el 19 de diciembre de 2012) para evitar malas interpretaciones y negó haber cometido el atentado, aunque si lo asumiera no le supondría haberlo cometido. Tampoco dijo que no conociera quien lo perpetró.


En el encuentro en la prisión, el exetarra Pedro Picabea reconoció que cometió el atentado del estanquero de Éibar Carlos García Fernández, el 7 de octubre de 1980. «¿Vigilaste al estanquero?», le preguntaron. «Sí». «¿Quién perpetró ese asesinato?», agregaron. «Yo participé, desgraciadamente, yo solo», confesó. Pero este crimen está prescrito y el reconocimiento de Picabea no puede generar la instrucción del caso en la Audiencia Nacional.

Una misiva de dos folios

Por otro lado, Picabea reconoció a Madariaga en su encuentro que le había enviado una carta en diciembre de 2012 para contestar la que él mandó en marzo de ese año, pero el aragonés no la recibió. Hace unos días, la misiva de dos folios firmada por el interno llegó a la casa de la víctima con un retraso de año y medio.


«Me había dicho que me contestó y se la entregó a Txema Urquijo (de la dirección general de víctimas del Gobierno vasco). Pero no nos llegó en todo este tiempo», lamentó la víctima, quien acudirá hoy a la Academia General Militar con sus compañeros de la XXXIII promoción, que cumplen el 40 aniversario.


Txema Urquijo precisó entonces que la había retenido por la discreción y para evitar que saliera en los medios. Al conocerse públicamente esta circunstancia, el Gobierno vasco cesó a Urquijo, si bien el motivo esgrimido no fue la carta sino las disensiones que mantenía en la dirección general con Jonan Fernández.


«La carta cuenta menos cosas que las que luego me dijo en la entrevista en la prisión, porque entonces no reconoció que era integrante del comando Adarra», señala Madariaga. «Explica que era amigo de Juanito Oyarbide (al que llama Txilibita y era ‘como un hermano’ para él), que era otro miembro del mismo comando», añade.


También explica que trabajó en la cooperativa de ascensores Orona de Hernani con ‘Paquito’ Lujambio, otro etarra del comando que salió el año pasado de prisión por la doctrina Parot, con quien además era vecino y tuvieron relación desde la infancia, según comenta la víctima.

Las declaraciones de Aramburu

En cuanto a José María Aramburu Lete (el etarra que lo incluyó como integrante del comando Adarra), Picabea lo menciona como «Txemari» y conocido en el pueblo de Hernani como remero, siempre llevaba barba y se saludaban desde lejos. Critica sus declaraciones porque no fueron tomado de manera clara y denuncia que fue torturado, según le dijo el propio Aramburu.


El exetarra manifiesta en la carta que no fue la persona que disparó a Miguel Ángel Madariaga, ni a su compañero que murió en el cuartel de Andoain, así como que tampoco participó en el atentado de Goizueta, en el bar Huici. Esto lo reiteró en la conversación con la víctima en la prisión, aunque entonces sí asumió su pertenencia al comando que cometió esos dos atentados.


Picabea hace autocrítica de la organización ETA con «sinceridad» y «profundo dolor», pero Madariaga no acudió para dar perdón sino para hallar la verdad y no tener que hacer el papel de la Justicia con su entrevista.