Verano

Zaragoza se relaja pero no descansa por vacaciones

Las ciudades suelen quedar desiertas en verano, sin embargo este año y a mediados de julio muchos zaragozanos resisten todavía y aprovechan el domingo para salir en familia.

Foto de archivo de la calle Alfonso
La calle Alfonso este domingo
A.A.C

Cuando llega el calor a Zaragoza, todo aquel que puede y quiere aprovecha las vacaciones para escaparse de la ciudad y disfrutar de rincones más frescos, o al menos, diferentes.


Desde que comenzó la crisis muchas familias han reducido sus viajes o recortado sus vacaciones por lo que a mediados de julio todavía son muchos los que resisten la ola de calor entre el asfalto de la capital aragonesa.


Para el domingo además del atractivo foco en que se convierten las piscinas o zonas con agua, el deporte en familia se convierte en rey, además de las compras o el paseo con el premio del 'vermú'. El centro es la zona donde más se notan las vacaciones aunque menos que en años anteriores.


Ramblas deportivas en la zona Expo

El deporte no descansa en Zaragoza, ni en vacaciones ni los domingos. Al contrario, las riberas del Ebro parecen un circuito donde tomar el sol mientras se practican actividades en familia.


Como si de las Ramblas se tratase, pero en su versión deportiva, toda la zona Expo parece una competición sobre ruedas. Las bicis que pedalean arriba y abajo compiten con los patinadores que adelantan por derecha e izquierda. Por supuesto queda espacio para reposar a la sombra y refrescarse, especialmente los más pequeños, en las distintas fuentes.


La familia Pórtoles, matrimonio y dos niños, que pedalea junto al pabellón de España de la zona Expo reconoce que "este año han reducido las vacaciones para ahorrar", así que aprovechan los fines de semana que se quedan en la ciudad para hacer actividades juntos. "No es necesario irse fuera para disfrutar y sino mira cuanta gente hay por aquí", añaden retomando la marcha tras un descanso.


El parque del Agua se ha convertido en otro refugio dominguero para aquellos que no pueden o no quieren dejar la ciudad. "Este año no nos iremos a ningún sitio pero al menos buscamos cosas diferentes para hacer con los niños", explica Rosa, mientras su hijo juega por la zona. 


Lo más concurrido en este espacio son, sin duda, las Playas, un atractivo oasis para soportar un domingo de julio en Zaragoza.


El incombustible rastro

Al llegar al puente del Tercer Milenio los deportistas se entremezclan este domingo con los viandantes que se dirigen hacia el rastro situado en el aparcamiento sur de la Expo.


Cientos de coches rodean los puestos, como si nos encontraramos en un domingo cualquiera y no en mitad de las vacaciones estivales. Los pasillos entre zapatos, cortinas y demás productos no están a rebosar pero sí bastante transitados. Los comerciantes coinciden en que "la cosa está bastante mal, la gente todavía se mantiene pero mucho mirar y poco comprar". Algunos de los asiduos al mercadillo como María José afirman: "Hoy hay más gente que las semanas anteriores y eso que el calor es insoportable".


Las vacaciones pasan factura al centro

Donde más se notaba este domingo que nos encontramos en julio y que el calor y las vacaciones no perdonan era en el centro de la capital aragonesa. Los turistas no se resisten a visitar la plaza del Pilar pero los zaragozanos prefieren cambiar sus hábitos.


En la famosa plaza, los bares con sombrilla eran los más solicitados aunque sin problemas para encontrar mesas. Marta y Paula, que aprovechaban la sombra de un banco para descansar tomando un helado, explicaban: "Siempre aprovechamos que en verano hay menos gente para conocer más nuestra ciudad, aunque este año todavía no parecen vacaciones, hay bastante gente, en agosto es cuando se queda vacía".


Las calles del Tubo presentaban al mediodía una estampa mucho menos concurrida de lo habitual, un camarero ocioso en la puerta de su establecimiento de tapas reconocía que "entre el calor y la época en la que estamos, la gente prefiere la piscina al paseo y la caña".


Sería una sorpresa que la calle de Alfonso I se encontrara desierta, algo que no ocurre ni a altas horas de la madrugada, pero estos días se respira un ambiente más tranquilo que de costumbre. Solo el mimo que se mantiene de lado sobre un solo pie, como si la fuerza de la gravedad no funcionara sobre su cuerpo, resiste a las altas temperaturas, dejando asombrados a aquellos que no se han ido de vacaciones.